La NASA ha lanzado un platillo volante inflable para luego aterrizarlo en el océano. Tiene buenos motivos

La NASA ha lanzado un platillo volante inflable para luego aterrizarlo en el océano. Tiene buenos motivos
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El jueves el cohete Atlas V de United Launch Alliance despegó de la Base de la Fuerza Espacial Vandenberg, en California, con dos tareas en agenda. Una era relativamente ortodoxa. La otra, no tanto. La primera consistió en transportar un nuevo satélite meteorológico (JPSS-2) que nos ayudará con nuestros pronósticos, las labores de monitorización y el control de la crisis climática. La segunda, mucho menos convencional y encargada por la NASA, pasaba por lanzar una especie de platillo volante hinchable que poco después del despegue estaba flotando en mitad del Pacífico.

Suena estrafalario, pero gracias a la misión, que a priori se ajustó a lo previsto por la agencia estadounidense, el día de mañana tendremos muchas más probabilidades de pisar Marte.

Lo que transportaba el sistema de lanzamiento Atlas V junto al satélite JPSS-2 se llama LOFTID —siglas de Low-Earth Orbit Flight Test of an Inflatable Decelerator— y aunque su nombre no diga gran cosa podría convertirse en uno de nuestros aliados más valiosos en las las misiones espaciales al planeta rojo, Venus o Titán. Básicamente consiste en una especie de freno que facilitar los aterrizajes, tanto en otros planetas o lunas como en los retornos a la Tierra.

Un aliado para pisar Marte

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Ilustración que muestra las pruebas con LOFTID.

Marte presenta una atmósfera mucho menos densa que la de la nuestro planeta, lo que representa un desafío considerable a la hora de frenar las naves y posarlas en su superficie. “La atmósfera es lo suficientemente gruesa como para proporcionar algo de resistencia, pero demasiado delgada para desacelerar la nave tan rápido como lo haría en la atmósfera terrestre”, detalla la NASA.

En la actualidad podemos llevar a la superficie del planeta rojo alrededor de una tonelada métrica, suficiente para el rover Perseverance, pero… ¿Qué pasará cuando en el futuro queramos organizar misiones más ambiciosas, que incluyan equipos para experimentos o tripulaciones humanas?

La NASA es consciente de que los aeroshells actuales, los caparazones rígidos que ayudan en la desaceleración y protegen las naves durante la entrada en la atmósfera, representan una solución limitada y han decidido buscar una alternativa. ¿Cuál? Un modelo inflable que puede desplegarse a una escala mucho mayor, esté protegido por un escudo térmico flexible y —una vez en activo, en la atmósfera— actúe a modo de un enorme sistema de frenado. Esa es la filosofía de LOFTID, capaz de iniciar la desaceleración en tramos superiores de la atmósfera, a una mayor altitud.

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El escudo térmico LOFTID en la cubierta del buque de recuperación tras la prueba.
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LOFTID, completamente inflado, al iniciar su retorno.

Y todo, recalcan desde la NASA, con una ventaja importante: la tecnología es “escalable” tanto para las misiones robóticas como tripuladas. El modelo que han probado los científicos de la agencia esta semana tiene unos seis metros de diámetro y está compuesto por varias capas que incluyen carburo de silicio. Con un dispositivo como LOFTID, detalla la CNN, podríamos llegar a Marte con entre 20 y 40 toneladas métricas, bastante más de lo que ofrece la tecnología que usamos ahora.

“La capa aerodinámica desplegable de LOFTID, una estructura inflable protegida por un escudo térmico flexible, actúa como un freno gigante a medida que atraviesa la atmósfera marciana”, señala la agencia estadounidense. El dispositivo está preparado para superar descensos en la atmósfera a velocidades de vértigo que, entre otras cosas, lo someten a temperaturas que rondan los 1.600ºC y puede guardarse en un cilindros relativamente pequeños, de unos 1,2 metros de ancho.

El experimento de esta semana, del que la NASA ha aportado información actualizada, con cada nueva novedad, permitirá a los científicos conocer mejor las posibilidades de LOFTID. Alrededor de 90 minutos después del despegue, el dispositivo se separó del satélite polar y emprendió su propio experimento, reentrando en la atmósfera terrestre durante una maniobra que quedó registrada de forma minuciosa gracias a los sensores que incorpora. Los investigadores recabaron datos para evaluar el comportamiento de su escudo térmico y la respuesta de los materiales.

El material acabó cayendo en el Océano Pacífico, a unas 500 millas de Hawái, un par de horas después del despegue. El proceso quedó bien documentado y muestra a LOFTID descendiendo bajo un paracaídas justo antes de acabar flotando en el agua. Los expertos recuperaron tanto el escudo térmico como el módulo eyectable de datos, un pequeño dispositivo que salió despedido con una copia de seguridad que recoge todos los ratos registrados durante la prueba.

Un experimento breve y curioso que quizás algún día nos ponga las cosas mucho más fáciles para pisar el planeta rojo o durante las maniobras de retorno a nuestro propio planeta.

Imágenes: NASA (1 y 2) y ULA

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