He estado 16 años trabajando en unos cines: así han cambiado el público, las salas... y la tecnología que hay detrás

He estado 16 años trabajando en unos cines: así han cambiado el público, las salas... y la tecnología que hay detrás

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He estado 16 años trabajando en unos cines: así han cambiado el público, las salas... y la tecnología que hay detrás

“Lo que iba a ser un trabajo de verano, con 26 años, se convirtió en el trabajo de verano más largo de la historia”. Así es como David Fernández Cárdenas comienza a contarnos lo que fue el principio de los 16 años en los que trabajó en los Cines Yelmo.

Comenzó en el puesto de palomitas, en el bar, pasando por diversos puestos, hasta la gerencia. Ha visto en primera persona la evolución de las salas de cine desde 2004 hasta 2020, uno de los periodos más cambiantes de esta industria. Ha pasado por los cines de Málaga, Jerez, Vigo, Valencia, Madrid… Una visión 360º de lo que ocurría en las salas más palomiteras del país.

La desaparición del cabinista, gafas de visión nocturna para controlar la grabación de películas en sala, el fiasco del 3D… Todo eso y más, David lo ha visto con sus propios ojos.

La desaparición del cabinista

El gran cambio para David después de 16 años es definitivamente la digitalización de las salas. Pasaron de usar rollos de película de 35 mm a usar discos duros. Eso inevitablemente afectó a cada uno de los aspectos a la hora de presentar las películas: “Me acuerdo que cuando se estrenó Avatar, en 2009, ya teníamos proyectores digitales, pero estaban combinados. Teníamos proyectores digitales y también teníamos proyectores tradicionales de 35 mm, en unas salas de un tipo y en otras salas de otro. En 2013 ya no teníamos ni un proyector de 35 mm”.

David Fernandez

Una de las primeras cosas que notaron con este cambio es la forma de organizar la programación en base a la demanda. Cuando había un gran estreno y se excedía el aforo, podían poner la misma película en varias salas de forma simultánea, que “antes también se podía, pero no con esa versatilidad”. Gracias a los sistemas digitales, podían poner la misma película en más de cinco o seis salas de forma simultánea. Sin embargo, esta evolución arrasó a su paso con el puesto del cabinista.

“Los cabinistas se tuvieron que reubicar en otras posiciones dentro del cine. Ya no hacía falta nadie especializado técnicamente porque manejabas ordenadores. Se nos dio una formación y los que llevábamos los cines en gerencia empezamos a proyectar también. Te puedo decir que yo podía manejar la proyección desde un ordenador en taquilla, y ahora sé que, por ejemplo, se puede manejar directamente en un panel, de manera remota. Eso fue un cambio significativo que cambió mucho la manera en la que funcionaban los cines, la manera en la que ofrecíamos las películas”.

"Los exhibidores vivimos la transformación digital hace años ya, antes de la llegada de las plataformas"

Lo que hacían los cabinistas, ahora debían hacerlo ellos. Tomaron “conciencia sobre lo que es cuidar de ese producto, de lo que era la película, que es realmente a lo que venía la gente, estaba en tus manos, que se viera bien”. Más allá de las palomitas, controlar el flujo de los clientes, de que entren, compren, salgan… Ahora debían cuidar el encuadre, de que la iluminación fuese correcta y, en general, velar porque la experiencia de la película fuera al 100% satisfactoria.

“También cambió la forma en la que nos llegaban las películas. Dejamos los rollos en el pasado y empezamos a llevarlos en discos duros. También las había que nos llegaban por satélite. Era un sistema bastante cómodo, porque cuando la película te llegaba, ya la tenías en el servidor y solo tenías que preparar lo que llamábamos el “pre-show” (los trailers, los anuncios del principio), se lo pegabas y lo mandabas al servidor y ya lo tenías”.

Todo se hacía a nivel virtual. El proceso de dejar el formato físico atrás, como ha pasado con los DVDs y CDs, con las plataformas… “Pues nosotros, los exhibidores, lo vivimos ya hace años”.

“He vivido lo que es apagar las luces y ver un ejército de pantallas encendidas”

El asentamiento de Internet en nuestra cultura, como bien sabemos, tampoco ha pasado desapercibida por la industria del cine. Cuando nacieron los portales de descargas se empezaron a planear protocolos de actuación para impedir la grabación ilegal de las películas.

“Cuando estaba en el cine Valencia, tenía personal dedicado a localizar a gente que intentara grabar las películas con gafas de visión nocturna. Imagínate lo bizarro que era todo, a dar vueltas por la sala con esas gafas para detectar que no había nadie grabando”.

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“Normalmente se emitían avisos desde la Federación de Cines de España. Las películas tenían marcas de agua para que cuando se piratearan, se grabaran, se pudiera saber en qué cine ha sido, y así se localizaba dónde iban a grabar los “piratas”. Teníamos también un protocolo de que si pillábamos a alguien grabando no teníamos que llamarle la atención, sino llamar directamente a la policía y que estos lo esperaran en la puerta. Nosotros evidentemente no podíamos registrar a una persona o pedirle la cámara”.

"Disney, Warner, por ejemplo, estaban hiper vigilantes y muy preocupadas por las filtraciones en los preestrenos"

David aún así aclara que esto fue durante un periodo breve de tiempo y que en general no es lo que más problemas generó. Con el tiempo, no es que las medidas fueran menguando, lo que “bajó fue el comportamiento de los clientes”. La llegada de las plataformas ha hecho “que no haya tanta necesidad”. De hecho lo que realmente supuso discordias en las salas a diario fue la llegada de los smartphone con las cámaras de foto incorporadas.

“No había consciencia de que grabar una película, sea como sea, es un delito y me sorprendía porque la gente se lo tomaba muy a la ligera. Me acuerdo que un chico, al final de una película, grabó la coreografía final y le tuve que llamar la atención. Él me decía que simplemente quería grabar la coreografía para bailarlo él luego, y claro, yo le tenía que decir que no se puede”.

“También he vivido, con el tema de los móviles, de apagarse las luces de la sala de la película, para que se empiece a proyectar la película, asomarte y ver 50 pantallas encendidas”.

En los últimos años también ha surgido el concepto del preestreno en el que surgieron muchas más medidas de seguridad y con más ahínco debido a la proliferación de formas rápidas de compartir esos archivos muy pesados. Recuerda que en una de las películas de la saga Crepúsculo le mandaron el archivo con apenas una hora de antelación a la proyección, para prevenir filtraciones. “Los últimos años ha habido mucho preestreno y ahí las distribuidoras, como Disney, Warner, estaban hiper vigilantes y muy preocupadas por el tema” y los empleados tenían que estar muy pendientes de que no se grabara nada durante la proyección.

Las innovaciones que resultaron en pinchazos

Hay avances tecnológicos que se han quedado de forma perpetua en el cine, pero también hay grandes fracasos. Uno de ellos, que seguro que a todos nos suena, fue el cine 3D. Una gran novedad en su momento que solo ha pasado como una estrella fugaz por las salas de cine.

“El 3D pegó el pelotazo con Avatar, pero después la siguiente película que salió bajó un montón, porque se perdió ese efecto sorpresa inicial. Muchas películas pincharon con el 3D. Sin embargo, con la de Avatar teníamos una sala o dos en los cines y estaban continuamente llenas durante meses. Luego, enseguida pinchó. Teníamos versiones 3D de las películas que poníamos porque ya que teníamos el proyector 3D, había que ponerla”.

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“Otro fracaso fue el sistema de IMAX, que es una pantalla enorme, que se supone que tiene un efecto inmersivo en la imagen. Al final no prosperó pero porque no había producto, no estaban todas las películas”.

“Otra de las cosas que te puedo decir que fueron un fiasco fueron los sillones que vibraban con los ruidos graves. Yo conozco cines que tenían todas las salas los sillones que vibraban y te ponían una película romántica y tú no quieres que la silla te vibre. Aparte de que te costaba más caro, en algunas películas no tenía sentido.”

Lo que sí que ha funcionado a largo plazo, obviamente, es la creciente comodidad de los asientos, más amplios, reclinables… Que no es tanto la proyección en sí misma, sino una parte de la experiencia de ir al cine al fin y al cabo. “Porque no es algo que juegue con el efecto sorpresa, de la vibración, el 3D, al final lo sorprendente acaba desapareciendo, porque te acabas acostumbrando”.

"El campo de batalla de las exhibidoras siempre ha sido el público casual"

David nos señala que cuando pensamos en cómo ha cambiado el espectador en 16 años debemos diferenciar a qué espectadores nos referimos. Ya que “depende mucho del tipo de película y del perfil del cine” para hablar sobre cómo han cambiado. Por una parte, los que tienen un perfil más “exquisito”, de más edad, ese perfil se ha mantenido en el tiempo, al igual que las familias con niños. Sin embargo, la situación de la pandemia puede hacer que estos últimos cambien.

“Por ejemplo, el tema de Mulán, los estrenos simultáneos en los cines y en las plataformas... Un padre que tiene muchos hijos si tiene elegir entre llevar a sus hijos al cine o verla en casa, seguramente elegirá verla en casa. Se habló de que el precio de la película de Mulán en plataforma era desorbitado, pero un padre que lleva a sus hijos y a los primos y los amiguitos al cine, le sale más a cuenta verla en casa que pagar la entrada de cada niño. Además, llevar a un niño al cine conlleva muchos problemas de logística. He visto a padres que han venido con veinte niños y tener que ayudarles con los demás empleados. Entiendo que en ese sentido la comodidad de la casa juega a su favor y pueda conllevar que ese perfil de espectador cambie”.

"Quitando al público más cinéfilo, que sigue viniendo por la experiencia comunitaria", y las familias como hemos dicho antes, realmente el “que siempre ha sido el campo de batalla de las exhibidoras es el público casual, de cómo atraer a esa gente”. Ahí es donde se va a ver la mayor dificultad, ya que “la persona si puede verlo en la plataforma en vez del cine, seguramente elegirá la plataforma”.

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“Cuando se habla de las salas de cine, siempre es sobre su ascendencia a la muerte, pero llevan diciendo sentencia de muerte de las distribuidoras durante los 16 años que he trabajado. Siempre pasa algo, siempre “el año que viene los cines quebrarán”. Ahora con la pandemia se dice que esto es el canto del cisne, ya no le queda nada a las exhibidoras. Pero en mi experiencia siempre se reinventan”.

“Cosas como las tarjetas de fidelización (la entrada es cara, pero con la tarjeta de fidelización te sale más barato venir y vienes más veces al cine) o como por ejemplo con las “sesiones para madres lactantes”, para que puedan estar tranquilas con la luz encendida y se puedan levantar… Pues ese público agradece poder ir al cine. Nadie me va a regañar porque mi niño está llorando, puedo estar viendo la película relajada. Pues ese tipo de cosas es lo que hace que el público recupere las ganas de ir al cine. Al fin y al cabo quieres estar cómodo, estar bien y poder disfrutar de la película. ¿Lo puede hacer en casa? Sí, pero una madre también agradece poder salir de casa. También volver a proyectar clásicos, buscando atraer al público nostálgico y que tenga ganas de volver a ir al cine”.

David guarda muchos recuerdos bonitos de sus años en el cine. Desde ver gente de todas las edades yendo en masa a ver Harry Potter, o El Señor de los Anillos, esos momentos en los que veía el cine en todo su esplendor, donde no quedaba ni un asiento libre… Ver cómo la gente venía necesitando desconectar de la realidad, buscando reírse, llorar o pasar miedo, y ver cómo disfrutaban del cine.

“Para mí una de las experiencias más bonitas que he vivido es poder entrar en una sala con una sesión infantil, y como en los teatros de títeres, todos los niños hablándole y gritándole a la pantalla: “¡No, no vayas por ahí! ¡Está ahí detrás!”. Me pareció muy bonito. Y eso es lo que te da la experiencia del cine, aprender a poner en valor cosas que antes no hacías”.

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