El hidrógeno azul está en el punto de mira: un estudio científico defiende que no es tan verde como aseguran sus productores

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El hidrógeno está teniendo un papel relevante en la transición hacia un modelo energético más sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Y probablemente en el futuro su rol será aún mucho más importante. Su procedencia puede ser de lo más variopinta, por lo que no todas las fuentes de hidrógeno tienen el mismo impacto en la naturaleza si nos ceñimos a los gases de efecto invernadero producidos durante su obtención.

El hidrógeno es un gas incoloro, pero para identificar su procedencia e intuir con claridad si en su producción se han liberado gases contaminantes se le atribuye, a propuesta de la Agencia Internacional de la Energía, una completa panoplia de colores. El hidrógeno negro engloba todo el que se obtiene a partir de hidrocarburos (habitualmente gas natural) mediante oxidación parcial o reformado con vapor. Su origen es altamente contaminante porque durante su obtención no se lleva a cabo la captura de las emisiones perjudiciales.

El hidrógeno verde se obtiene a partir de fuentes de energía renovables mediante procedimientos con nulas o muy bajas emisiones contaminantes

Los hidrógenos gris y marrón están englobados dentro del negro porque proceden del reformado con vapor del gas natural y de la gasificación del carbón respectivamente, dos métodos que son altamente contaminantes. El hidrógeno turquesa también se produce a partir de fuentes de energía de origen fósil, pero no acarrea emisiones contaminantes porque el método que se utiliza, habitualmente la pirólisis del gas natural, produce hidrógeno y carbono en estado sólido.

Y el hidrógeno verde, o hidrógeno renovable, se obtiene a partir de fuentes de energía renovables mediante procedimientos con nulas o muy bajas emisiones contaminantes. El método de obtención más popular es la electrólisis del agua, pero hay otras opciones, como el reformado con vapor de biogases o residuos orgánicos, la termólisis del agua o la fotocatálisis, entre otras opciones.

No cabe duda de que este es el tipo de hidrógeno al que merece la pena prestar más atención por el bajo impacto medioambiental que conlleva su producción, pero aún es necesario resolver los desafíos que plantea la electrólisis del agua.

El hidrógeno azul, en el punto de mira

Aún nos falta hablar de un tipo más de hidrógeno: el azul. Se obtiene a partir de fuentes de energía de origen fósil, al igual que los hidrógenos negro, gris, marrón y turquesa, pero durante su producción se incorporan sistemas de captura y almacenamiento de carbono para minimizar las emisiones contaminantes. En esencia el hidrógeno azul utiliza los mismos métodos empleados en la obtención de los otros tipos de hidrógeno que he mencionado en este párrafo, pero introduciendo el procesado del carbono.

Durante la extracción del gas natural se produce inevitablemente una fuga de metano, un hidrocarburo mucho más contaminante que el dióxido de carbono

Actualmente solo dos compañías producen hidrógeno azul a escala comercial en todo el mundo: Shell, en Canadá, y Air Products, en Estados Unidos. Sin embargo, su futuro parece estar en entredicho debido a que un nuevo estudio elaborado por investigadores de las Universidades de Stanford y Cornell, ambas en Estados Unidos, aduce que es mucho más pernicioso para el medio ambiente de lo que defienden las compañías que lo producen.

El problema, según estos investigadores, es que durante el proceso de extracción del gas natural del que se obtiene el hidrógeno azul mediante reformado con vapor se produce inevitablemente una fuga de gas. Una parte importante de esas emisiones, el 3,5% del gas extraído según el informe, es metano. Y este hidrocarburo tiene una capacidad contaminante mucho más alta que el dióxido de carbono. De hecho, una tonelada de metano contribuye a acuciar el efecto invernadero tanto como 100 toneladas de dióxido de carbono, de nuevo según el informe.

Desafortunadamente, las malas noticias no acaban aquí. Según estos investigadores el metano permanece en la atmósfera durante un periodo de tiempo no inferior a los 20 años, lo que arroja dudas muy serias acerca de la producción del hidrógeno azul. Además, aun asumiendo que la captura del carbono sea completamente eficaz, es un proceso que también requiere energía, y, de nuevo, esta energía procede del gas natural, que lleva asociado, como hemos visto, una fuga de emisiones de metano.

Este estudio ha sido revisado por pares, y las instituciones involucradas en él tienen un prestigio indudable, por lo que parece muy razonable tenerlo en consideración. La transición energética en la que la humanidad en su conjunto se ha embarcado requiere que nos volquemos con las fuentes de energía renovables y limpias, y en lo que se refiere al hidrógeno es evidente que la mejor opción es el verde. Obtener este tipo de hidrógeno aún plantea algunos desafíos que quedan fuera del alcance de este artículo, pero podemos explorarlos en otro reportaje si os interesa este tema y nos lo confirmáis en los comentarios.

Imagen de portada | Loïc Manegarium

Más información | Park Foundation y Universidad de Cornell

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