Aire acondicionado o ventilador: qué dice la ciencia sobre el mejor método para enfriarnos bajo el calor

Aire acondicionado o ventilador: qué dice la ciencia sobre el mejor método para enfriarnos bajo el calor
44 comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail

La última ola de calor ya se está disipando, pero el verano apenas ha comenzado, así que conviene ir preparándonos para los meses de julio y agosto. Las estrategias para combatir el calor son de lo más variado, pero entre las primeras que se nos vienen siempre a la cabeza están los ventiladores y el aire acondicionado. Cada uno cuenta con sus defensores y detractores, pero lo cierto es que no hay un sistema estrictamente superior al otro. Por eso conviene hacer un análisis objetivo de las ventajas e inconvenientes de cada uno, para poder hacer una elección basada en nuestras necesidades.

Algunos de los tipos de aparato más habituales. Tanto entre los aires acondicionados como entre los ventiladores pueden distinguirse diferentes tipos dependiendo del criterio al que nos refiramos. Quizá una de las diferencias más importantes sea la instalación. En ambos casos podemos encontrarnos aparatos que requieren instalación y otros que pueden ser considerados portátiles.

Los aires acondicionados funcionan “trasladando” el calor del interior del edificio hacia afuera, más o menos como o lo hace una nevera. Entre los aires acondicionados los más habituales son los instalados. Estos cuentan con un aparato interior que es el encargado de enfriarnos (o darnos calor) y un aparato que se instala en el exterior encargado de disipar el calor. Una versión (más o menos) portátil de estos es el “pingüino”, que disipa el aire a través de un conducto que sacamos por la ventana al exterior.

Entre los ventiladores se distinguen los de techo de los portátiles. Los de techo son los más efectivos, capaces de hacer circular el aire por toda la estancia en la que estén instalados. Además, al igual que el aire acondicionado, pueden ayudar a mantener el confort térmico tanto en verano como en invierno, moviendo el aire frío hacia arriba y el caliente hacia abajo.

Confort térmico y temperatura real. Los sistemas de aire acondicionado tienen una ventaja importante frente a los ventiladores, y es que enfrían el aire en lugar de simplemente generar corrientes de éste. Estos aparatos llevarán la temperatura de la estancia a la que les marque el termostato. Eso sí, su consumo energético dependerá del diferencial entre la temperatura ambiente y la que marquemos al termostato.

Los ventiladores no enfrían el aire pero pueden reducir nuestra sensación térmica hasta cinco grados. Esto puede darnos el alivio que necesitamos en un día de calor, pero implica una importante limitación, y es que, si el aire que nos “echa encima” está por encima de nuestra temperatura corporal, el ventilador pasará a calentarnos más de lo que nos enfría. El límite de temperatura que suele fijarse es el de 35 grados centígrados. A temperaturas superiores conviene apagar el aparato.

Ambos sistemas pueden, eso sí, utilizarse en combinación. En casos de calor extremo el aire acondicionado puede rebajar unos grados la temperatura hasta hacer posible el uso del ventilador. Como el coste del aire acondicionado es relativo al diferencial de temperatura podemos usar el ventilador para lograr rebajar la sensación térmica unos grados más sin necesidad de gastar más.

Combinar sistemas tiene una ventaja más, especialmente si utilizamos ventiladores de techo, puesto que estos facilitarán que el aire circule, lo que hará a su vez que la temperatura sea más estable no haciendo que el aire acondicionado se active y desactive con excesiva frecuencia.

No solo depende de la temperatura, también de la humedad. El ventilador tiene una limitación más y es que funciona mejor cuando el ambiente no es demasiado seco. La ausencia de humedad puede inutilizar este aparato, por lo que el aire acondicionado es también la única opción viable con el ambiente muy seco. Eso sí, hay que tener también en cuenta que el aire acondicionado resecará aún más el ambiente, lo cual no es deseable.

Utilizar un humidificador (u otros sistemas más caseros como cuencos de agua) puede ser útil tanto si queremos utilizar un ventilador en un ambiente seco como si vamos a utilizar el aire acondicionado. Si optamos por esta última opción también es buena idea prestar atención a nuestra propia hidratación y beber agua.

La eficiencia es tan importante como la eficacia. Si los ventiladores tienen una ventaja clara sobre el aire acondicionado es su menor consumo energético, que puede ser 10 veces menor. En promedio, el aire acondicionado supone el 1% del consumo eléctrico en los hogares españoles, lo cual se traduce en unos 40kWh (en datos de 2010).

El coste que acarrea cada sistema dependerá de si instalamos uno fijo o portátil. Hay que tener en cuenta, que los ventiladores de techo pueden ser más útiles que los portátiles, y que los aires acondicionados portátiles son menos eficientes que los de instalación.

La salud también es importante. Tanto aire acondicionado como ventiladores pueden afectar negativamente a nuestra salud, pero por fortuna tenemos a nuestra disposición herramientas para evitar los posibles daños. Nuestro cuerpo tiene margen para adaptarse al frío o calor, pero los cambios bruscos de temperatura no le sientan bien, incluso si es para mejorar el confort térmico.

El frío puede causar irritaciones en nuestras vías respiratorias, más todavía cuando dormimos, ya que nuestra temperatura corporal cae. Por ello, aunque tengamos algún aparato puesto para refrescarnos a la hora de dormir es buena idea programarlo para que se apague después. En el caso del ventilador, la mejor precaución es no tenerlo muy cerca al dormir. Las irritaciones causadas por el frío no pasan de ser una molestia más, el problema serio para nuestra salud aparece cuando en los filtros del aire acondicionado aparecen gérmenes que pueden causarnos una infección. Para evitarlo es importante un buen mantenimiento de estos aparatos, limpiando filtros cierta frecuencia.

Ponderar ventajas e inconvenientes. El aire acondicionado es la opción más versátil y la única que puede sacarnos de un apuro cuando los termómetros se acercan a los 40 grados. Pero es también la opción más cara, por lo que su uso va a depender mucho de nuestro presupuesto energético a no ser que lo utilicemos prestando atención a detalles.

Evitar su uso en las horas de mayor demanda energética del día (aunque estas coincidan a menudo con las de más calor) puede ser una forma de evitar que nuestra factura eléctrica se abulte en verano. Utilizar el aire en combinación con un ventilador puede ser también una forma de evitar lo peor del calor sin tener que bajar mucho el termostato.

Ventilación natural y otras maneras de refrescarse. Los aparatos eléctricos no son las únicas herramientas de las que disponemos para mantenernos frescos en verano y durante olas de calor. Un buen consejo es mantener nuestros hogares bien aislados del calor de la calle y ventilarlos bien en cuanto las temperaturas lo permitan.

Abrir las ventanas al fresco puede ser también una buena alternativa cuando vayamos a dormir si no queremos tener aparatos encendidos. El ruido aquí puede ser determinante. Dormir bien durante las noches de verano puede ser una tarea muy difícil pero lograrlo es de vital importancia, ya que un sueño reparador es necesario para mantener una buena salud y nuestro bienestar.

Imagen | Galvão Menacho

Comentarios cerrados
Inicio