Relojes atómicos y compraventa de acciones: ganar millones por fracciones de segundo

Relojes atómicos y compraventa de acciones: ganar millones por fracciones de segundo
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Puede que si no nos dedicamos a ello estemos un poco ajenos a lo que acontece en ese sector, sobre todo si escapa a los titulares algo más generales que pueden trasladarse a un plano más general de las noticias. Puede que tampoco estemos al tanto de hasta qué punto se aplican aquí las innovaciones tecnológicas, yendo más allá de los ya famosos algoritmos para recurrir a la física más avanzada.

Esto no es algo nuevo, no al menos de estos días. Desde hace algunos años los economistas de la liga más competitiva del trading no dudan en recurrir a los avances que les aseguren conseguir hacer una buena operación de ganancias millonarias por el hecho de ser los primeros, aunque se trate de usar relojes atómicos o satélites. Pero no todos los grandes empresarios están a favor de estas "nuevas" tácticas. ¿Qué aportan estos instrumentos en la compraventa de acciones y por qué hay detractores?

La importancia de la precisión

Si algo nos ha enseñado la tecnología en toda su historia es la importancia de llegar el primero para lograr el éxito cuando se tiene una idea. En cuestión bursátil la velocidad de actuación es también fundamental, tanto que no hablamos de días ni siquiera de horas o minutos, sino de millonésimas de segundo; se trata de acertar qué, cuánto y cuándo se compra.

No es de extrañar entonces que los traders y demás trabajadores del sector pensasen en los relojes más precisos que existen (que no los que más): los relojes atómicos. Unos instrumentos con un margen de error medido en miles de años, siendo el estándar un atraso de un segundo cada 3.700 millones de años.

Los relojes atómicos reciben este nombre al basarse su funcionamiento en el cálculo de lo que duran los cambios energéticos en un átomo. Es decir, así como los péndulos marcaban el tiempo en los relojes antiguos, en el caso de los atómicos se mide la oscilación producida por el átomo, siendo la referencia oficial de un segundo 9.192.631.770 ciclos de un átomo de cesio.

El uso de relojes atómicos en bolsa es el paso siguiente al uso de algoritmos

¿Cómo se aprovechan de estos complejos relojes en bolsa? Como decíamos, esto no es algo precisamente nuevo ni es algo alcanzable para la mayoría de empresas del sector. De hecho es el paso siguiente a las máquinas de High Frequency Trading (HFT) o especulación de alta frecuencia, que emplean algoritmos para realizar las inversiones en microsegundos. De este modo, los relojes atómicos se plantean como los principales enemigos de las HFT, dado que al ser tan precisos las otras máquinas no podrán aprovechar los retrasos en el tiempo.

De esta "amenaza" ya hablaba New Scientist en 2014, explicando que esta diferencia de microsegudos en emitir las acciones podían suponer movimientos de hasta 28 millones de acciones, lo cual puede traducirse en una alta suma de dinero. Concretamente explicaban la intención del distrito financiero de Londres de conectarse por fibra óptica con el reloj atómico del National Physical Laboratory (NPL), a unos 25 kilómetros.

Una patente que los sincronizará a todos

Hace pocos días se hacía pública una patente por parte de Renaissance Technologies que contenía un sistema de "ejecución de órdenes sincronizadas en múltiples intercambios". Un sistema que incluía, entre otros elementos de tecnología avanzada, un reloj atómico.

Es decir, se trata del registro de un mecanismo que permitiría dar múltiples órdenes de compraventa mediante algoritmos con la precisión que un reloj atómico aporta, superando en rapidez a los sistemas de HFT. El sistema funciona en varias fases en las que el reloj atómico es clave, dado que, según explican en Renaissance Tecnologies, al tratarse de una precisión de nanosegundos los sistemas HTF no detectan.

Patente

Es por ello que al tratar estas propuestas se hable de sistemas anti-HFT, dado que por una mínima fracción de segundo logran ser aún más rápidos que los mencionados algoritmos (sin la ayuda de otros elementos externos). De hecho no sólo habla de relojes atómicos, se incluye cualquier reloj que implique gran precisión como los cuánticos, los ópticos o los GPS y se considera su sincronización con satélites por si se requiere algún ajuste en cuanto a la precisión.

Temiendo los grandes y temiendo los pequeños

Tanto el proyecto de Londres que comentábamos como otros proyectos similares hicieron que las autoridades se alarmasen ante lo que podría ocurrir. Si las prácticas de especulación de alta frecuencia que se daban hasta la fecha estaban en tela de juicio al suponer una ventaja excesiva con respecto a los pequeños inversores, la llegada de la sincronización atómica no iba a ser menos.

Las autoridades reguladoras estadounidenses dieron la voz de alarma sobre esos sitemas

El mismo año que desde Londres se anunciaba el proyecto, las autoridades reguladoras de las operaciones financieras de Estados Unidos (Financial Industry Regulatory Authority y la Securities and Exchange Commission) dieron la voz de alarma con lo que empezaba a dibujarse como una futura tendencia. Aquí, además de la dudosa validez de la ventaja que suponían estas inversiones, las autoridades apuntaban hacia el que pudiese haber clock drift, es decir, que la diferencia entre los relojes atómicos y los de las autoridades impidiese que éstas pudiesen revisar las transacciones.

Wall Street

Otra voz de alarma algo más reciente es la de Mark Gorton, presidente de Tower Capital, una de las empresas más importantes en la especulación de alta frecuencia. Sus ideas, recogidas por el Financial Times, no hacían referencia a los relojes atómicos per se, si no al volumen y a la complejidad que estas acciones en millonésimas de segundos están adquiriendo.

La reciente evolución de los mercados desde lo manual a lo electrónico tiene grandes beneficios y los inversores ahorran dinero debido al bajo coste de las operaciones. Pero el trading electrónico llega con nuevos riesgos, y necesitamos seguir en el camino de fortalecer la resistencia de los mercados electrónicos.

¿Sobre qué advierte Gorton? Sobre lo graves que pueden ser los errores en los algoritmos con los que se trabaja en HFT y la necesidad de que haya regulación que refleje estas nuevas maneras de invertir, haciendo énfasis en que pueda haber una catástrofe debida al trading con algoritmos recordando el Flash Crash de 2010 (una de las peores caídas en Wall Street en los últimos años).

Actualmente no hay cifras exactas de la cantidad de operaciones HFT que se realizan, aunque se habla de un 60% en el caso de Wall Street y un 40% en el caso de la bolsa europea. Lo que se va viendo es cómo el componente humano se va reduciendo gracias a los avances en tecnología, ya sea en computación como en física avanzada.

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