Las presas más antiguas no están listas para el cambio climático: cómo jubilar infraestructuras para las que no tenemos sustitutos

Las presas más antiguas no están listas para el cambio climático: cómo jubilar infraestructuras para las que no tenemos sustitutos
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El 1 de agosto de 2019, la policía de Derbyshire empezó a evacuar a los habitantes de Whaley Bridge, una pequeña ciudad al noroeste de Inglaterra. Toddbrook, una presa de 1831 que se levanta a escasos 500 metros del centro de la localidad, se encontraba en "riesgo real de colapso". De hacerlo, se llevaría todo lo que encontrara a su paso.

Estas cosas sencillamente ocurren. En las presas y, en general, en todas las grandes construcciones de ingeniería civil hay un concepto central: el periodo de retorno, la probabilidad de ocurrencia de un evento determinado en un periodo determinado. Las obras hidráulicas se hacen a prueba de ese momento pantagruélico que ocurre una vez cada 100, 500 o 1000 años. Y el problema no es que, a veces, ese momento llegue; el problema es que, como llevan años avisando los ingenieros, esos problemas se están haciendo cada vez más frecuentes.

¿Están preparadas nuestras presas para el cambio climático que nos viene encima y la importantísima reordenación mundial de las lluvias que predicen los expertos?

Un problema que debemos tomarnos más en serio

John Gibbons E2tvn Npcu4 Unsplash

En lo que llevamos de siglo, al menos 40 presas han fallado en todo el mundo. Ninguno de estos fallos ha llegado al nivel del accidente de la represa de Banqio que provocó la muerte de 170.000 personas y el desplazamiento de otros 11 millones en el centro de China en 1975; sin embargo, las muertas se acercan poco a poco al millar y decenas de países están viéndose obligados a invertir miles de millones en reparaciones y traslados.

El motivo es sencillo y conocido. Ya en 1995 el Banco Mundial avisaba de que, según sus datos, habíamos subestimado seriamente el tamaño de las inundaciones que tendrían que enfrentar las nuevas presas que se estaban construyendo. Según el Banco Mundial, era imperativo dedicar fondos suficientes para garantizar la seguridad de las infraestructuras hidráulicas. Esos "fondos suficientes" conllevaban una inversión anual cercana al 2% del valor patrimonial.

El informe se centraba en las grandes obras de ingeniería hidráulica de Asia, pero a poco que examinamos su análisis nos damos cuenta de que no solo sigue vigente, sino que lo es en numerosas zonas del mundo. En España, por ejemplo, se estima que hay unas 1.300 zonas de alto riesgo de inundación. Aproximadamente dos millones de habitantes viven en zonas inundables.

La pescadilla que se muerde la cola Es curioso que, mientras que las represas son uno de los principales perjudicados del aumento de eventos extremos provocado por el cambio climático, las mismas presas son la fuente del 1,3% de las emisiones de gases invernadero generadas por la humanidad. Es decir, los pantanos del mundo producen más emisiones anuales que países como Canadá.

Algunos países llevan años trabajando en esto

Todo eso, sumado a la irregularidad de las precipitaciones, hace que, según el Instituto Geológico y Minero de España, los daños por inundaciones sean de unos 800 millones de euros al año y eso que los embalses ayudan a reducir y controlar los caudales durante los episodios de grandes inundaciones.

España desde el fallo de la Presa de Puentes en la Lorca de 1802 que se llevó por delante a más de 600 personas, 1.800 viviendas y unos 40.000 árboles, ha sufrido numerosos casos de problemas con este tipo de obras. En los últimos 40 años, fallos tan distintos como la Pantanada de Tous y el Desastre de Aznalcóllar consiguieron impactar en la opinión pública y provocar cambios legislativos efectivos.

Federico Aguilera, ingeniero de caminos canales y puertos, nos explica que "en España (como en el resto de países europeos) se realizan inspecciones continuas y que, en las últimas décadas, se han renovado algunas presas". Sin embargo, ante la incertidumbre futura, siempre se podría hacer más. De ahí que, mientras muchos se afanan por reivindicar el papel de las presas frente al cambio climático, los técnicos buscan formas de prepararnos para un mundo donde ese evento que ocurría una vez cada 100 años se vuelve algo relativamente común. Es cierto que es un problema, sobre todo, de las presas más envejecidas del mundo, pero son precisamente esas presas las que más vida social y económica tienen a su alrededor.

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