Pepsi pide más de 500.000 euros a cuatro agricultores indios por cultivar la variedad de patatas con las que fabrican sus Lays

Pepsi pide más de 500.000 euros a cuatro agricultores indios por cultivar la variedad de patatas con las que fabrican sus Lays
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PepsiCo, una de las corporaciones internacionales más importantes del mundo de la alimentación con marcas como Pepsi, Lays, Gatorade o Doritos, ha demandado a un grupo de agricultores indios por unas patatas. Literalmente. Está pidiendo 10 millones de rupias (unos 130.000 euros) a cada uno de los demandados por cultivar una variedad de patatas que es propiedad de la compañía.

Y es que, aunque no sea muy conocido, las patatas Lays no se hacen con cualquier patata. PepsiCo tiene una variedad específica diseñada para contener menos agua que las variedades normales y conseguir las propiedades organolépticas idóneas, la conocida como 'FC5'. No obstante, como os podéis imaginar, el conflicto va mucho más allá de un puñado de toneladas de tubérculos en el oeste de la India.

¿Qué está pasando?

Hai Nguyen 417120 Unsplash

La versión de PepsiCo. "PepsiCo es el mayor comprador de patatas procesadas de la India y una de las primeras compañías en trabajar con miles de agricultores locales para cultivar una variedad protegida específica de patatas para la misma”, explicaba un portavoz de la compañía. De hecho, para asegurarse el suministro de patatas tienen acuerdos con muchos agricultores locales que cultivan la FC5.

A principios de abril, la subsidiaria de PepsiCo en la India presentó una demanda a cuatro pequeños agricultores que, según su versión, “estaban vendiendo ilegalmente nuestra variedad registrada”. Es decir, estaban cultivando y comercializando esta variedad de patatas sin la autorización de la compañía.

La versión de los agricultores. "Hemos cultivando patatas durante mucho tiempo y nunca hemos tenido este problema. Siempre que hemos estado utilizando semillas guardadas de una cosecha para sembrar la cosecha del próximo año”, explicaba a Reuters Bipin Patel, uno de los agricultores acusados. No obstante, no han explicado cómo pudieron acabar las variedades FC5 entre sus semillas.

La oferta de PepsiCo. En el juicio que se celebró el 26 de abril, el portavoz de la compañía ofreció a los agricultores olvidar la demanda si escogían una de estas dos opciones: o firmaban un acuerdo de exclusividad con ellos o dejaban de cultivar estas patatas. El abogado de los acusados aceptó estudiar la oferta y el juicio se retrasó hasta el 12 de junio. Sin embargo, no parece que esto vaya a quedarse así.

De vuelta a la propiedad intelectual

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Un polvorín. En los últimos años, La India ha sido un polvorín de conflictos entre empresarios y trabajadores locales, por un lado, y las grandes coorporaciones internacionales por el otro. No hay que olvidar que hace solo un par de meses, 150 millones de personas se manifestaban en las calles del país asiático en contra del Gobierno.

¿Seguro que es ilegal? En este sentido, los agricultores de Gujarat están recibiendo mucho apoyo social y político. Ahmed Patel, congresista del ahora en la oposición INC, ha llegado a decir que la demanda ha sido “mal aconsejada y descaradamente equivocada”. Sobre todo, porque la legislación india da derecho a que los agricultores “guarden, usen, siembren, intercambien, compartan o vendan” los productos agrícolas que quieran (incluidas las semillas) siempre que no usen la marca comercial registrada.

Dudosas prácticas corporativas. Para poder denunciar, PepsiCo habrían tenido que enviar detectives privados para hacerse pasar por compradores y grabar vídeos con cámara oculta. Y, con todo eso, no está claro que puedan ser condenados. Por eso, la misma asociación nacional de agricultores indios acusa a la compañía de "intimidación y el acoso legal" para tratar de impedir el uso legítimo de estas variedades de patata.

El problema de la propiedad intelectual (versión agricultura). En el fondo, volvemos a encontrarnos con uno de los problemas básicos de la regulación de propiedad intelectual y patentes a nivel global: la dificultad de diferenciar entre usos legítimos y no legítimos, la complejidad de perseguir a usuarios (y pequeños productores) en base a eso y, por último, las dudas razonables sobre la utilidad del sistema.

Y es que el siguiente gran debate sobre la propiedad intelectual no va sobre películas, música o series: va sobre la vida.

Imagen | Samantha Beach

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