El "oro líquido" que esconden los bosques españoles: así es la tecnología centenaria que quiere convertirse en el petróleo del futuro

El "oro líquido" que esconden los bosques españoles: así es la tecnología centenaria que quiere convertirse en el petróleo del futuro
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Es marzo. Un joven resinero camina entre esa masa de 400.000 hectáreas de bosques que llamamos Tierra de Pinares y Sierra de Gredos. Las herramientas son más quirúrgicas y ergonómicas, pero el oficio no ha cambiado en cientos de años: primero se esroña el árbol (se le quita la corteza) y, luego, con la media luna se incrusta la grapa que dirigirá la miera hacia los potes. Más tarde, se hacen las picas, esas incisiones diagonales que provocan el "sangrado"; es decir, que la resina rezume y se filtre poco a poco hacia los recipientes que semanas después recogerá.

En 1961, España produjo 55.267 toneladas de resina. Más del 90% procedía de los bosques de Ávila, Segovia y Valladolid. Luego, como pasó con el esparto del Sudeste, el petróleo arrasó con todo y la producción fue languideciendo hasta casi desaparecer en la década de los 90. En el nuevo mundo de la "Era del optimismo", lo que un día fue puro "oro líquido" se había convertido en un atavismo del pasado. 30 años después, todo ha cambiado.

El petróleo del futuro se llama resina

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Resina en Castilla y León

Impulsado por la crisis de la cultura del plástico, la última década ha supuesto todo un 'revival' del mundo y la industria resinera. No solo se ha vuelto a resinar, sino que poco a poco los programas de investigación y los planes nacionales empiezan a recuperarse. Lo curioso es que, frente a otras potencias resineras como Brasil o China, el corazón de la industria europea de la resina se incardina en Castilla y León.

"La resina es el petróleo del mundo de hoy y del futuro. La idea es que todos los usos del petróleo sean reemplazados por la resina", afirmaba en la BBC Blanca Rodríguez-Chaves, vicedecana de la facultad de derecho de la Universidad Autónoma de Madrid y no se trata de una provocación, sino de algo completamente factible.

Como explicaba en Muy interesante Juan Luis Delgado, investigador en la Universidad Nacional Autónoma de México, "tanto los derivados de la resina de pino como los del petróleo son hidrocarburos: los primeros de origen vegetal y los segundos de origen mineral. De tal manera, por su composición físico-química, se podían utilizar casi en las mismas aplicaciones".

El dominio del petróleo sobre la resina se debió, en gran parte, a que la tecnología del momento hacía más sencillo controlar la calidad de los productos sintéticos que de los obtenidos de resinas naturales. Hoy por hoy, la tecnología actual permite emanciparnos de variables como el clima, la fecha de recolección, la especie de pino o el método de destilación; y, de hecho, la mayoría de los productos elaborados con petróleo ya se fabrican con resina.

Ahora queda transformar todo ese potencial en una realidad. En 2011, se constituyó la Mesa de la Resina de Castilla y León y, durante los últimos años, empresas e instituciones están tratando de convertir la nueva industria resinera en un factor que potencie el desarrollo de la "España Vaciada" y contribuya a conservar los bosques del país en buen estado.

Las políticas contra el cambio climático y la crisis logística internacional ofrecen una oportunidad histórica para que este proyecto coja velocidad. La gran duda ahora es si dejaremos pasar la oportunidad sin haberlo intentado siquiera.

Imagen | Y S

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