Los huracanes son una de las fuerzas más poderosas, pero hay una línea que no se atreven a cruzar: el ecuador

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Huracanes, ciclones, tifones y otras tormentas tropicales, si observamos sus rutas de uno en uno podríamos considerar que se mueven de manera aleatoria, o con unos patrones poco definidos. Sin embargo en cuanto tomamos unos pocos las tendencias comienzan a emerger. Tomemos una muestra un poco más amplia y podremos observar una tendencia curiosa, una ausencia total de huracanes en una franja de miles de kilómetros a lo largo de tres océanos: el ecuador.

Pero lo que es más, los huracanes no solo parecen resistirse a cruzar el ecuador, sino que (con muy raras excepciones) tampoco se forman en la franja de latitudes entre los cinco grados a norte y sur del cero ecuatorial.

Para que una tormenta tropical se forme tienen que darse una serie de circunstancias relacionadas con la presión atmosférica, temperatura de mar y aire y profundidad del agua, humedad atmosférica… Y también el efecto Coriolis, el cual domina muchas de las facetas de estas tormentas.

¿Qué es el efecto Coriolis? Es lo que se denomina una fuerza ficticia o aparente, semejante a la fuerza centrífuga, que podemos percibir como tal pero no puede ser considerada una fuerza en el sentido en el que los físicos utilizan el término. Ambas son causadas por la rotación, que implica un marco de referencia no-inercial puesto que todo movimiento rotatorio implica un juego de aceleración y deceleración.

El efecto Coriolis es causado por el hecho de que las diferentes latitudes de la Tierra giran a distintas velocidades: si nos encontramos en el ecuador nuestra velocidad será de casi 1.670 kilómetros por hora sin necesidad de movernos, mientras que si nos encontramos en uno de los polos nuestra velocidad será de cero. Es precisamente en los polos donde esta fuerza aparente cobra mayor magnitud, mientras que en el ecuador es cero.

La implicación de esto a la hora de que se formen huracanes es que esta fuerza débil en el ecuador no es capaz de insuflar suficiente fuerza de rotación al viento para hacerlo girar a lo largo del perímetro de una zona de bajas presiones. Esto es una de las condiciones básicas para la formación de huracanes y es prácticamente imposible que se dé cerca del ecuador.

Mapa con las trayectorias de las tormentas tropicales observadas a lo largo de varias décadas. National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA).

Prácticamente imposible no es imposible, y en esto hay excepciones. En diciembre de 2001 el tifón Vamei se convirtió en la excepción más notoria a esta regla. Aunque no fue el único ciclón tropical en formarse en la franja cercana al ecuador sí se trata del ciclón que más cerca se formó, a unos 150 kilómetros de la línea, a una latitud de 1,4º N.

Esta excepcionalidad atrajo la atención de los meteorólogos, que achacaron este fenómeno a una combinación de factores topográficos y meteorológicos: una explosión de aire procedente de Asia canalizada a través del estrecho entre la Península Malaya y la isla de Borneo fue la que dotó de las condiciones necesarias a una zona de bajas presiones para formar el huracán.

“En el caso de Vamei, todo ocurrió en la magnitud y el lugar adecuado y se mantuvo el suficiente tiempo. Calculamos que las probabilidades de que esto vuelva a ocurrir son de una vez cada entre 100 y 400 años”, explicaba C.P. Chang, uno de los expertos que estudiaron el fenómeno.

Ni formarse ni cruzar

Que los huracanes no se formen cerca del ecuador ayuda bastante a que no lo crucen, pero éste no es el único motivo por el que no lo hacen. Aunque el culpable de esto es, de nuevo, el efecto Coriolis, o más bien su variación a lo largo de las latitudes, llamada a su vez efecto Beta.

Este efecto hace que las tormentas tropicales se desplacen como los vientos que predominan en esas latitudes: hacia el oeste y hacia los polos (es decir, noroeste en el hemisferio norte y sudoeste al otro lado del ecuador).

De nuevo aquí hay que considerar que cruzar el ecuador es técnicamente posible para un huracán. Es simplemente tan extraño debido a estos dos factores que, simplemente, nunca lo hemos observado. A veces se considera que, puesto que las tormentas tropicales rotan en direcciones opuestas en los distintos hemisferios (por culpa nada más y nada menos que del efecto Coriolis), esto podría estar detrás de su tendencia a no cruzar.

Lo que los expertos consideran, sin embargo, es que la “inercia” de los vientos de una tormenta de suficiente magnitud serían suficiente para compensar la tendencia contraria. “Una tormenta bien desarrollada tiene bastante espín para dominar la débil fuerza de Coriolis en ese entorno”, explica Gary Barnes meteorólogo de la Universidad de Hawái.

Hay aún muchos misterios por resolver en lo que respecta a tormentas y ciclones tropicales. Uno no menos curioso es el de la práctica ausencia de este tipo de fenómenos atmosféricos en el Atlántico sur y al sudeste del Pacífico. Quizá más importante será conocer cómo el cambio climático afectará a éstos, más aún debido a que la variabilidad en estos fenómenos hace difícil su predicción a largo plazo.

En Xataka | Resolviendo uno de los grandes misterios de la meteorología: por qué hay más tormentas en el hemisferio sur

Imagen portada | NASA, Nilfanion

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