Los defensores de limitar (o prohibir) los combustibles fósiles pueden llevar razón: el resto de alternativas no están funcionando

Los defensores de limitar (o prohibir) los combustibles fósiles pueden llevar razón: el resto de alternativas no están funcionando
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No es ningún misterio: Hace tiempo que sabemos que las emisiones de CO2 son la gran contribución humana al cambio climático y que los combustibles fósiles (los reyes del transporte por carretera) son los peores enemigos de la lucha contra el calentamiento global.

No hay ningún misterio, digo, lo que hay es una extraña inacción. Porque ante la "urgencia internacional" y la presión por reducir las emisiones, las llamadas a la acción suelen ser: “Use el transporte público”, “Piense en comprar un coche eléctrico”, “Mejore el aislamiento de su casa”, "Emita menos"… Medidas poco eficientes dirigidas a reducir la demanda. Y, sin embargo, hay una opción mejor.

Cuatro formas de encarar el problema

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Hablando en términos generales, hay cuatro tipos de políticas posibles para abordar la reducción en las emisiones de CO2. Las cuatro opciones que resultan de apostar por políticas restrictivas o por políticas de apoyo en ambos lados de la "estructura del mercado" de la energía, la demanda y la oferta.

  1. Políticas restrictivas en la demanda: impuestos climáticos, límites de emisiones, etc…
  2. Políticas de apoyo (sustitutivas) en la demanda: Subsidios a los consumidores para adoptar sistemas energéticos más eficientes, etc…
  3. Políticas de apoyo (sustitutivas) en la oferta: Inversión pública en infraestructuras sin emisiones, primas a las renovables, etc…
  4. Políticas de restricción en la oferta: reducir las ayudas a energías o, directamente, prohibir los combustibles fósiles.

“En nuestra experiencia, la comunidad de políticas climáticas durante demasiado tiempo ha sido excesivamente estrecha en su preferencia por ciertos tipos políticas [grupos 1 y 2] y ha ignorado en gran medida los problemas de viabilidad política de esos instrumentos políticos”. Eso es lo que defienden dos economistas en un nuevo artículo sobre política medioambiental.

Es hora de poner límites

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Eso es lo que sostienen Fergus Green de la London School of Economics y Richard Denniss del Australia Institute. Los autores están convencidos de que necesitamos otra forma de abordar el problema. Se necesita asumir que para frenar a los combustibles fósiles necesitamos restringir la oferta. Es decir, necesitamos empezar a plantearnos la necesidad de establecer prohibiciones (escalonadas) y poner límites a los combustibles fósiles.

Para Green y Denniss, el hecho de que no lo estemos haciendo ya no tiene sentido. En otros ámbitos, los cuatro tipos de políticas se combinan sin mayor problema. Pero en este tema concreto, las líneas rojas impiden implementar la política que, según los autores, sería más efectiva.

Fundamentalmente porque son más fáciles de aplicar, completan los puntos débiles de las políticas de demanda, no requieren grandes inversiones (ciegas) en infraestructuras y, de paso, suponen un incentivo más efectivo de cara a la reconversión de toda la sociedad hacia escenarios bajos en emisiones.

Además, siempre según los autores, políticamente son más viables que el resto. No sólo son políticas sencillas alrededor de las cuales se puede organizar coaliciones con mayor facilidad, sino que enfrentan al “lobby fósil” entre sí y son especialmente efectivas en un marco de globalización y cooperación internacional.

Un futuro sin gasolineras

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Desde el punto de vista de la política medioambiental, es probable que Green y Denniss tengan razón. Si queremos reducir las emisiones, necesitamos hacer algo con el transporte por carretera. Y para ello, es probable que confiarlo todo a los incentivos no sea suficiente.

Aunque aún suene a ciencia ficción, lo cierto es que ese futuro sin gasolineras puede estar más cerca de lo que parece. Sobre todo, en Europa donde el compromiso medioambiental de los últimos años y la crisis de credibilidad de la industria del automóvil van de la mano.

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