'La Liga de la Justicia de Zack Snyder': la epopeya superheroica de DC ondea la bandera del exceso, y ese es su principal problema

'La Liga de la Justicia de Zack Snyder': la epopeya superheroica de DC ondea la bandera del exceso, y ese es su principal problema

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Justice League Snyders Cut

Cuatro horas dura la versión de 'Justice League' de Zack Snyder, un exceso superheroico con el que, seamos honestos, da igual que seamos partidarios de la visión oscura y tremendista de los héroes DC del director. O que prefiramos la visión más despreocupada del género al estilo Marvel, o incluso el de películas DC más coloristas como 'Aquaman' o 'Shazam'. O incluso un muy habitual punto intermedio: la visión de Batman y de Superman de Snyder te puede parecer poco elegante pero a la vez está claro que el director es capaz de conjurar imágenes de una épica considerable.

Sea cual sea la opinión de cada espectador a la hora de enfrentarse a la visión definitiva de Snyder, lo cierto es que hay que reconocerle una megalomanía sin límites y una confianza en su visión fuera de toda duda. El valor del resultado queda para que lo juzgue cada espectador, pero está claro que no vemos cada día (por suerte) una producción de esta envergadura y ambición. La cuestión que queda ahora por resolver es: ¿ha valido la pena?

Sin duda, para el fan del estilo Snyder, la respuesta es sí. Todos los tics del autor, absolutamente sin ningún tipo de cortapisas, están aquí. Es decir, colores ocres en la fotografía, horteradas indigestas (de las canciones de la banda sonora a la horrenda estética de personajes como Steppenwolf, Cyborg o Flash), mucha cámara lenta, posturitas a modo de splash-pages, ausencia total de ironía, una visión de héroes y villanos unívoca y sin espacio para la piedad o el perdón (la base de su justamente controvertida visión de Superman)...

Para bien, para mal y para ese espacio gris en el que se ubican películas inenarrables como su 'Watchmen', esta 'Justice League' es cien por cien Snyder. Y desde ese punto de vista, los tuiteros que llevan peleando por la aparición de este montaje desde hace meses tienen su recompensa. Esta vez, Snyder no ha tenido a nadie por encima del hombro diciéndole "igual esto habría que cortarlo" o "esta cosa es redundante".

El problema llega cuando esa visión de autor consiste, directamente, en hacer volquete con todo el material rodado. Y, de paso, perder la perspectiva de que poner en pie una película también es desbrozar el material rodado sobrante, escoger qué introducir o no en el montaje final para evitar redundancias. Y de esto último, 'Justice League' anda bien servida, con secuencias que son solo personajes paseando tranquilamente o teniendo diálogos que tenían que haberse caído en la sala de montaje por su falta de interés. El capítulo 5, donde se prepara la resurrección de Superman, o el involuntariamente gracioso epílogo de media hora son estrictamente eso: relleno y más relleno.

El exceso como discurso

Es inevitable comparar la versión de Joss Whedon de 'Justice League' con la de Zack Snyder. Como sabemos, la primera es, sencillamente, una versión muy reducida de la segunda, con algunos reshoots y algún cambio clave: Darkseid desaparece por completo, se elimina algo del trasfondo de personajes como Flash o Cyborg y en general, el tono y el estilo de la versión estrenada en cines es más colorido y despreocupado que en este nuevo montaje definitivo.

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Pero esencialmente, es la misma película. El ochenta por ciento (o más) de la versión de Whedon era material ya rodado por Snyder. Lo único que hace la nueva versión es alargar esas secuencias que ya había organizado Whedon en una película que a grandes rasgos respetaba la versión original de Snyder. En algunos casos, el estiramiento es para bien (el combate final con Steppenwolf es decididamente muy superior en la versión Snyder), en otros no tanto (toda la parte en Atlantis necesita sus buenas tijeras, y las escenas en solitario de Flash y Cyborg no estarían mal... si duraran menos).

Al final, no es tanto una cuestión de exceso de material: cuatro horas son perfectas para contar una historia como ésta, con muchos personajes pero que, en el fondo, es relativamente sencilla. Pero no es comprensible por qué no se ha hecho una buena miniserie de cuatro contundentes episodios. El motivo es el mismo por el que la película de cuatro horas funciona solo a ratos: el ritmo.

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Se ponga como se ponga Snyder, su versión original de 'Justice League' no era para una película de cuatro horas: era para una de dos horas y media, como suele hacer. Rodó material para cuatro porque, bueno... así es como se hacen las películas. Pero lo que le ha regalado con su montaje del director son unos altibajos de ritmo absurdos: parones en la trama en los momentos más inapropiados (a la resurrección de Superman le vienen bien algo más de explicaciones, pero no quince minutos de miradas y paisajes en pleno clímax). O disgresiones de la trama bastante habituales y que no van a ninguna parte (el flashback del fútbol de Cyborg es casi el 'Aterriza Como Puedas' de 'Justice League').

Todos estos elementos son defendibles y sobre el papel, mejoran lo propuesto por Whedon. Está claro que el clímax funciona mejor como lo ha dejado Snyder que con la tontería del coche y la niña. Las explicaciones extra sobre la Caja Madre terrestre y como llega hasta Cyborg dan coherencia y verosimilitud al conjunto. Las relaciones entre los miembros de la Justice League son ahora algo más naturales y se forjan amistades y rivalidades con matices. Pero se sacrifica por completo el ritmo: sencillamente, esto no es una película de cuatro horas, sino una de dos horas muy lenta.

El resultado no es un desastre, pero está mas cerca del apaño intrascendente o del producto para fans que de una auténtica revolución del género, como se ha dicho (obviamente, se ha dicho antes de verla). Está más cerca de aquellos hórridos 'El Hobbit' de Peter Jackson que no entendían, ni remotamente, donde residía la sucinta magia del libro original, que de un vuelco drástico al cine de superhéroes. Una pena porque Marvel y DC necesitan un revulsivo más pronto que tarde, pero la solución no está en atiborrar los argumentos de esteroides.

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