'La burbuja': Netflix lanza una demoledora sátira de los blockbusters de Hollywood que no deja títere con cabeza

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De todas las posibilidades que tenía Netflix para poner 'La burbuja' en pie, posiblemente ha escogido la menos apropiada: la nueva película de Judd Appatow dura dos horas y pico cuando habría podido ser una pequeña y e intensa producción de ochenta minutos, o mejor aún, una fantástica sitcom con episodios de media hora. Pero parece que Appatow se ha dejado llevar por el gigantismo que él mismo critica en su metraje.

Sin embargo, y salvo ese pequeño detalle, que convierte esta comedia en una propuesta algo agotadora, 'La burbuja' es una muy divertida sátira de las superproducciones de Hollywood. La mala baba de Appatow ya tendría una buena cantidad de blancos a los que disparar, pero además la ambienta en los primeros tiempos del confinamiento, cuando aún no había vacunas pero industrias que no se podían permitir parar, como la del entretenimiento, intentaban seguir adelante como fuera.

Para poner en pie la sátira, Appatow propone un plantel de estrellas (además de innumerables cameos), que sin duda son lo mejor del conjunto y, posiblemente, la razón de que la película sea tan larga: hay demasiados personajes. Entre ellos están Karen Gillan, Pedro Pascal, David Duchovny, Keegan-Michael Key, Fred Armisen, Kate McKinnon o John Cena, entre muchos otros.

La mayoría interpretan, con un ensañamiento que posiblemente proviene de humillantes experiencias personales, a actores sin cerebro y estrellas egomaniacas (del politoxicómano adicto al sexo a la tiktoker con un millón de seguidores y ningún interés en la película). Pero también a productores despiadados (especialmente brutal es una Kate McKinnon en perpetuas vacaciones mientras el mundo se desmorona por la pandemia) y directores que creen que van a ganar un Oscar con 'Bestias de los riscos 6'.

Películas horribles con pantalla verde

Está claro que después de la mucho más solemne y aclamada seria 'El rey del barrio', Appatow quería volver a hacer una gansada, al estilo de su última película, la divertida 'Y de repente tú'. Para ello mira a un sector que conoce bien y del que puede sacar innumerables anécdotas, teniendo en cuenta su larga carrera y la talla de los nombres propios con los que ha colaborado: de hecho, más de uno y más de dos de los gags de la película se sienten escalofriantemente auténticos.

Aunque habrá quien disfrute con la parte en la que Appatow construye personajes delirantes con motivaciones mezquinas y actuales, yo he encontrado especialmente ácidas las reflexiones sobre el funcionamiento de la desalmada maquinaria de la industria. Esa que rueda películas de aventuras que se pueden hacer íntegramente con pantalla verde, en una disociación total del mundo real que da pie a secuencias tan hilarantes como la de la escalada y que a veces recuerda a otra reflexión (algo más existencial, eso sí) sobre el cine y sus pantallas verdes: 'Algo muy gordo' de Carlo Padial.

Es posible que no todo el mundo encuentre graciosa la técnica de Appatow de dejar a los actores improvisando y generando momentos incómodos, pero en el caso de 'La burbuja' genera una sensación de absurdo que encaja perfectamente con este rodaje pandémico. Y además, le da un extra de amargura cuando todos nos podemos ver reconocidos en la perversión de las relaciones personales a las que nos ha sometido el COVID y cuyos coletazos aún padecemos.

Es una pena que a veces la película sea tan mastodóntica como una Bestia del Risco y le hubiese venido bien algo de concisión, pero queda en ella una propuesta muy ácida y llena de diálogos que entre líneas, hablan de algo tan divertido como escalofriante: la industria que nos entretiene está en manos de imbéciles y de monstruos. Es gracioso porque es verdad.

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