13 películas imprescindibles de ciencia-ficción que demuestran que los efectos especiales no son necesarios

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Hay un tópico asociado férreamente al género de la ciencia-ficción, y no son los marcianos o los viajes en el tiempo: alude a su propia naturaleza y hace referencia a que es un género de ideas. Es decir, una buena idea puede sostener por sí sola una historia de ciencia-ficción. Sobra decir que si ese tópico ha sobrevivido durante décadas es porque... es cierto. Esta recopilación de películas viene a demostrarlo muy sobradamente: un puñado de historias que no necesitan casi efectos especiales para cautivarnos con ideas sorprendentes.

Nuestras reglas para la recopilación se basan en no haber renunciado de forma radical a seleccionar películas que tengan efectos especiales, pero sí que en todos los casos estén arrinconados en un lugar no demasiado relevante. Es decir, en las siguientes películas puede haber mínimos efectos especiales... pero desde luego no son la pieza imprescindible del engranaje.

La Jetée (1962)

Conocida básicamente por ser la inspiración para la magnífica '12 monos' de Terry Gilliam, 'La Jetée' es también una de las películas experimentales más famosas de la historia. Narrada exclusivamente a través de fotos fijas y una voz en off durante menos de media hora, Chris Marker cuenta cómo tras una apocalíptica guerra mundial, un grupo de científicos decide mandar al pasado a un prisionero para que evite el conflicto. Una maravilla evocadora y nostálgica, capaz sin necesidad de imaginería futurista de introducirnos en un mundo obsesivo en torno al solo recuerdo del protagonista y su amada viendo cómo un hombre muere en un muelle.

Lemmy contra Alphaville (1965)

Si había alguien capaz de hacer una película de ciencia-ficción absolutamente carente de efectos especiales, ese era Goddard, uno de los grandes reductores del lenguaje cinematográfico a su pura esencia, sin artificios innecesarios. Para ello, convirtió escenarios reales de París en los de su película, y no necesitó construir complejos decorados. Además, también de forma muy afín a su creencia en el poder evocador de la cultura popular, empleó como héroe a Lemmy Caution, un personaje de literatura pulp policiaca británico, aunque esta vez tenía ante sí una misión algo más fantástica que de costumbre: destruir al ordenador malvado Alpha 60, devolviendo a los humanos su capacidad para experimentar emociones.

Sucesos en la IV fase (1974)

Con trucajes limitados al mínimo y todos basados en manipulaciones sencillas del color y la imagen, el mítico director de fotografía Saul Bass dirigió aquí su única película, una curiosa belleza de tono documental. Narra con un ritmo y un sentido del suspense que ya querrían muchos maestros del género el implacable ascenso de una comunidad de hormigas tras un extraño fenómeno cósmico. Todo arranca cuando dos variantes de hormigas de un valle de Arizona se unen para enfrentarse a sus depredadores naturales.

Mad Max (1981)

Prueba perfecta (toda la saga lo es, en realidad, aunque obviamente con el tiempo y el aumento de medios, se ha abandonado la parquedad estética de sus inicios) de que para montar un buen post-apocalipsis solo necesitas algo de estética entre punk y BDSM copiada de '2000 AD', un montón de especialistas muy poco apegados a la idea de seguir con vida y un guión desesperanzado que describe un futuro desolador ambientado en Australia, es decir, una zona que ya parece post-apocalíptica. Y a no gastar ni un céntimo en efectos, oiga.

1997: Rescate en Nueva York (1981)

La ciencia-ficción es un género de ideas, como decíamos al principio y dejan claro todas las películas de este artículo, pero desde luego también lo es de ambientación. Con muy pocos elementos (personajes carismáticos, guión certero, media docena de decorados muy baratos) John Carpenter compuso un futuro creíble, desolador e influyente en este thriller futurista de rescate presidencial. Serpiente Plissken se convirtió en uno de los antihéroes más relevantes del género y Carpenter se ganó merecida fama de ser capaz de levantar él solo icónicas películas fantásticas con muy pocos medios.

Cube (1997)

Traicionamos momentáneamente nuestras propias reglas con una película que sí tiene unos modestos efectos especiales, pero que son tan puntuales y anecdóticos que no le quitan nada de fuerza al planteamiento casi teatral del film: un solo escenario (que simula ser un entramado de cubos infinitos) y un grupo de personas encerradas e intentando salir. El argumento más viejo del libro de argumentos, en una intriga kafkiana que obtuvo un éxito extraordinario gracias a cómo supo plegarse a sus propia y muy sintética propuesta.

Donnie Darko (2001)

Dos décadas después de su estreno, 'Donnie Darko' sigue siendo una pieza brillante dentro del fantástico moderno. El fin de la adolescencia y las dificultades para integrarse en la sociedad son los temas de fondo de una película que cuenta cómo un adolescente (gran Jake Gyllenhaal) comienza a tener visiones extrañas y percibe que el inevitable fin del mundo está cerca. Richard Kelly no volvería a brillar tan alto como en este, su debut, una película magistral y aislada de todo tipo de modas y tendencias, como el propio Donnie Darko.

Primer (2004)

No hay ejemplo más transparente de que se puede hacer ciencia-ficción compleja y sofisticada con un total de cero efectos especiales que el debut de Shane Carruth. Un puñado de actores y unos pocos escenarios muy accesibles (habitaciones de motel, garajes), pero también un guión complejísimo sobre viajes en el tiempo y que puede dejar rascándose la cabeza al espectador más avezado. Paradojas constantes y una narrativa fragmentada y laberíntica reflejan mejor que cualquier efecto de alto presupuesto la deconstrucción de la realidad que suponen los viajes en el tiempo.

¡Olvídate de mí! (2004)

Unos perfectos Jim Carrey, Kate Winslet y Kirsten Dunst protagonizan esta pieza de ciencia-ficción cotidiana que forma parte de la dupla de películas escritas por Charlie Kaufman (esta y 'Cómo ser John Malkovich') que usan la ciencia-ficción como mera excusa para ahondar en los vericuetos de la mente humana y en conceptos muy abstractos (los recuerdos en esta, la identidad en aquella). Aquí la inventiva visual del director Michel Gondry, siempre basada en trucajes mecánicos, da el contrapunto perfecto a Kaufman y la atrevida historia de una pareja que pasa por un procedimiento científico para borrar sus recuerdos de la otra persona.

Los Cronocrímenes (2007)

La primera película de Nacho Vigalondo sigue siendo el mejor ejemplo de sus virtudes como creador de ciencia-ficción: conceptos innovadores y atrevidos que se ponen en escena de forma muy sencilla, a menudo desde el punto de vista de los testigos: 'Extraterrestre' era una invasión desde dentro de un piso, y 'Colossal' una película de monstruos gigantes a ras de suelo. 'Los Cronocrímenes' plantea viajes en el tiempo enmedio de un bosque, con el espectador perdido en una centrifugadora de paradojas que siguen funcionando como un tiro... y sin efectos especiales.

The Man from Earth (2007)

Una modesta producción, no muy conocida, que llegó a España de tapadillo y en formato DVD hace unos años, y que vale la pena rastrear y descubrir. Parte del último guión firmado por un clásico (Jerome Bixby, que escribió episodios de las encarnaciones clásicas de 'Twilight Zone' y 'Star Trek') y con medios e intenciones muy modestas, cuenta la historia de un hombre que ha sobrevivido durante 14.000 años debido a una peculiaridad en su organismo que le impide envejecer. Un grupo de profesores universitarios discuten con él las implicaciones científicas y filosóficas de su mera existencia.

Seguridad no garantizada (2012)

Otra película casi sin efectos especiales cuyo foco está en un punto muy distinto: la curiosa relación que se establece entre una periodista y un hipotético viajero en el tiempo (maravillosos Aubrey Plaza y Mark Duplass), que podría ser un genio o un paranoico. Modos de comedia indie romántica para una historia que ahonda, en parte, en por qué los viajes en el tiempo se han convertido en uno de los tropos de la ciencia-ficción que más ha fascinado a los espectadores en los últimos tiempos.

Coherence (2013)

Lo importante de las máquinas del tiempo y los viajes a otra dimensiones no es la utillería, sino el concepto, y esta espléndida mezcla de terror y ciencia-ficción lo deja bien claro: un grupo de amigos queda para cenar cuando pasa un cometa sobre Los Angeles y su percepción del espacio y el tiempo comienza a distorsionarse. Una ingeniosísima propuesta a la que te recomendamos acercarte sin haber visto ni siquiera el trailer.

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