AirTags y Tile son un ejemplo más de que el control de Apple expulsa a competidores de su ecosistema

Airtag
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Tile lo tiene muy negro. Los pequeños localizadores que permiten encontrar objetos extraviados tenían su encanto, pero se han visto sacudidos por el lanzamiento definitivo (y largamente esperado) de los Apple Airtags.

A nivel funcional no hay grandes diferencias: son dos dispositivos prácticamente idénticos que hacen básicamente lo mismo. ¿El problema? Que Apple está en más de 1.000 millones de dispositivos con los que aprovechar esos dispositivos localizadores. A ver quién es el guapo (con o sin Tile) que puede competir con eso.

Tile se enfrenta a lo imposible: el ecosistema

El planteamiento de los AirTags no tiene nada de novedoso, pero eso no es importante: la empresa de Cupertino siempre ha sabido aprovechar ideas "viejas" en productos que refina y lanza como si fueran nuevos. Lo que hacen los AirTags lo hacían ya los dispositivos de Tile (y de otros fabricantes), pero la diferencia está en el ecosistema Apple.

Ese ecosistema hace que ahora mismo más de 1.000 millones de dispositivos puedan trabajar con los AirTags de buenas a primeras, sin hacer nada. Tile lleva tiempo intentando ampliar su propio ecosistema firmando alianzas con Qualcomm o Toshiba, pero una vez más la dimensión de Apple hace difícil competir con ella.

Apple lo sabe bien, y para evitar posibles demandas por comportamiento de monopolio tuvo la precaución de anunciar recientemente la apertura de su nueva red Buscar (Find My) a terceros.

Ya hay algunos productos que se han apuntado a formar parte de ese ecosistema de "potenciales objetos perdidos", y entre ellos están los localizadores de Chipolo, que funcionan también básicamente como Tile o AirTags y que actúan de forma análoga.

Como explicaba el analista Benedict Evans, este tipo de movimientos son habituales en las grandes empresas, que lanzan productos y servicios nuevos que básicamente aprovechan viejas ideas.

Cine y palomitas

El mercado es inmisericorde con este tipo de situaciones. Si una pequeña empresa crea algo útil que se puede integrar en un producto de una gran empresa, esta última lo copiará e integrará casi con total seguridad. ¿Qué pasará entonces? Que la pequeña empresa que creó ese complemento no podrá competir y probablemente tendrá que cerrar el negocio.

Ha ocurrido y ocurre constantemente en la industria informática, pero también en otros tipos de industrias. Lo apuntaba Steven Sinofsky, que durante mucho tiempo fue uno de los máximos responsables del desarrollo de Windows y Office en Microsoft.

El ejemplo clásico, el de las palomitas en el cine: la gente las compraba fuera y las llevaba al cine, así que los propietarios de los cines tomaron una decisión lógica: pusieron puestos de palomitas dentro de sus cines (a precios, por cierto, desorbitados en muchos casos) y destrozaron a la competencia.

Al hacerlo "destrozan" a la competencia —Amazon está siendo investigada por algo así en la UE—, porque el ecosistema hace que quienes proporcionaban ese producto o servicio queden ensombrecidos por el gigante tecnológico que ha implementado esa misma idea.

¿Es eso injusto? Seguro. ¿Podemos hacer algo para evitarlo? Eso tiene difícil respuesta, y no es factible prohibir que Apple pueda lanzar sus AirTags, sobre todo cuando han tenido el ingenioso detalle de abrir su estándar para que otros se apunten (aunque para ello tengan que integrar el chip U1 que por supuesto, solo fabrica y vende Apple).

No todo está perdido, desde luego, pero la realidad es que la aparición de los AirTags ahora complica la vida muchísimo a empresas como Tile. Veremos cómo reacciona esta firma.

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