Si te escandaliza la drag queen-Jesucristo también te va a escandalizar un montón de arte cristiano clásico

Si te escandaliza la drag queen-Jesucristo también te va a escandalizar un montón de arte cristiano clásico
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Consternado por un ejercicio de pirotecnia teatral y creativa, el obispo de Canarias confesó sentirse apesadumbrado por la escenificación de Jesucristo durante la Gala Drag Queen de Las Palmas. Tanto, afirmó, que sintió más dolor observando al hijo de Dios descender de la cruz al estilo RuPaul que cuando el avión de Spanair se estrelló al poco de despeguar de Barajas, acabando con la vida de 154 personas.

Las declaraciones han levantado toda una polvareda en medios de comunicación y redes sociales, y su coincidencia con el infame autobús de HazteOír ha provocado que las variantes más conservadoras del catolicismo vuelvan a ocupar los focos mediáticos. Pero en realidad el obispo de Canarias no tenía por qué sentirse tan ofendido. El arte cristiano siempre ha sido transgresor, y en ocasiones ha rozado lo profano. Sucede que nos hemos acostumbrado a él.

De modo que la Gala Drag Queen en la que este fantasioso Jesucristo era recibido en brazos por nazarenos rendidos a su magna y ambigua figura no tiene nada de herético ni tampoco de insultante. Es una adaptación al sino de los tiempos, la que el arte cristiano (que no necesariamente el cristianismo) lleva adoptando durante siglos para actualizar su relato a la audiencia del momento.

Jesucristo siempre ha estado disfrazado

Pensemos sin ir más lejos en su apariencia. Jesús ha sido interpretado por el arte europeo occidental como un hombre alargado y delgado, de largas melenas lacias, ora castaña ora rubias, y de tez muy pálida, incluso en aquellos cuadros que no pertenecían al fantasmal El Greco. ¿Por qué? Porque Jesús debía ser contado por la Iglesia de tal modo que sus fieles se sintieran identificados con él. Así que su raza real era indiferente.

Jesus Nada dice "oriundo de Palestina" como un señor de mediana edad de ojos claros, tez pálida y melena castaña.

Al igual que cualquier actor, Jesucristo ha tenido que disfrazarse para que sus seguidores se sintieran más en sintonía con su proverbial historia, para que su vida fuera relatable. Así, mientras en la tradición árabe y musulmana el profeta Jesucristo ostenta un pelo tirando a rizado y una piel de tez indudablemente morena, en Alemania y otros puntos de Europa había que buscar referentes visuales más, digamos, nibelungos.

Jesus Maria María de Hamburgo y Jesús de Wittgenstein.

Pero no sólo se ha tratado de la complexión física, sino también de sus vestimentas. Hoy hemos asimilado la imagen de Jesús como un hombre humilde y revestido de trapos poco destacables, pero hace siglos algunas iglesias consideraban oportuno vestirlo de soldado romano, colocarle una espada-cruz en el brazo y ponerlo a reventar serpientes cual gladiadador frente a Satán.

Véase la Iglesia de San Andrés de Ravena, por ejemplo, donde Jesús es más macarra que el tipo chungo de tu barrio.

Christ Badass Cristo, con ganas de patearte el trasero. (Incola/Wikipedia)

El mosaico es del siglo VI, aunque hoy esa escenificación pareciera más de ciencia ficción que otra cosa. Pero en su momento y tras obtener por fin el rango de religión oficial dentro del Imperio Romano, la jerarquía eclesiástica ordenó al representación de Cristo como "Cristo Rey", primer soldado ante las fuerzas del mal, de planta imperial o militar, de carácter monárquico, nada de un parguela en medio de la nada palestina, un tipo guay, con flow.

Lo cierto es que sabemos poco de la vida de Jesucristo desde un punto de vista empírico, y lo cierto es que es irrelevante. Su figura ha sido tan universal porque el arte visual (el que comunicaba a una población en su mayoría iletrada durante siglos) lo ha ido adaptando a cada región y época. ¿Qué pasaría si un Jesucristo chino apareciera en una cabalgata de Reyes? Nada, porque en China el cristianismo tuvo que dibujarlo como tal.

Cristo Chino Jesús, de paseo por Pekín.

También sucede que la propia Iglesia ha ido modificando su relato, adaptando sus consignas y cambiando la interpretación de la norma cristiana, tanto a nivel formal como de representación. Así, a la altura del Renacimiento, por ejemplo, Jesucristo había pasado a ser una figura más divina y etérea, hecho que utilizaron los pintores de la época para tirar de clasicismo y helenismo y convertirlo en un ser bello, perfecto y puro (y hasta imberbe).

Miguel Angel Cristo, después de un mes en el gimnasio.

Y la tradición católica es pura transgresión

Pero la relación del arte cristiano con su carácter transgresor y, visto en retrospectiva, profano, no sólo se da en torno a Jesucristo. También en otros aspectos del relato cristiano.

Por ejemplo, durante una larga época del arte pictórico europeo las iglesias más pudientes reclamaban a vírgenes "galactotrofusas" en sus mosaicos y frescos. Es decir, vírgenes amamantando a Jesucristo, con el pecho al aire, en ocasiones (por aquello del no perfeccionado dominio de la perspectiva) en posiciones de lo más extrañas y con el propio niño dirigiendo la mirada al espectador. Fueron todo un exitazo que duró hasta que el Concilio de Trento prohibió su representación por cuestiones de pudor.

Breastfeeding Las precursoras del breastfeeding público.

(Breve segundo para imaginar qué sucedería hoy si una obra teatral representara a la Virgen María amamantando a Cristo de verdad)

Lo macabro y lo siniestro llegó a un punto de no retorno durante el Barroco, también si de pechos femeninos hablamos. En otras ocasiones eran los propios artistas los que se tomaban la libertad de su mano (en una época en la que la expresión artística era casi siempre cristiana, por aquello del dominio del capital inversor). Aquí tenemos a Caravaggio relatando la historia de Cimón y Pero, en la que una hija tiene que amamantar a su padre encarcelado y muerto de hambre (en su obra sobre la misericordia).

Caravaggio Di que sí, Caravaggio, di que sí.

No sólo se trata del desnudo. Hoy la Iglesia limita el protagonismo de la violencia en su relato evangelizador, pero no fue así durante siglos, cuando la violencia formaba una parte esencial de las sociedades europeas (y posteriormente americanas, cuyo cristianismo bebe del europeo). Así, son comunes los frescos y los cuadros que representan la Matanza de los Inocentes con degollamientos, derramamientos de sangre y pura casquería.

Tarantino "La Biblia", nueva película de Tarantino.

Todo ello por no entrar en la permanente caracterización de María como una mujer entre demasiado joven y directamente púber, pasando por encima de toda lógica temporal o genética y disfrazando a María de una veinteañera sosteniendo en brazos a un Jesucristo terminal en La Piedad de Miguel Ángel (expuesta en El Vaticano), o en el dibujo casi demoníaco, envejecido y perturbador del Niño Jesús durante la Edad Media.

Nino Feo "¿Quién es el niño más guapo? ¿Quién?".

En aquella época, la convención cristiana creía que Jesús había nacido perfectamente formado y sin evolucionar, directamente relacionado con el concepto de homunculus, lo que provocó que miles de frescos representaran a un bebé como un anciano diminuto (cosa que cambiaría el Renacimiento). Hoy, serían visiones de la figura de Jesucristo o de la Virgen María que también espantarían al obispo de Canarias.

A nivel ritual el cristianismo también es raro

Pero es que ni siquiera se trata sólo de arte: lo profano se ha mezclado con lo cristiano en toda clase de ritual popular. En la Semana Santa española, por ejemplo, tenemos a turbos clamando por un Jesucristo crucificado en las calles de Cuenca mientras se pasan el porrón de vino, y en Girona aparecen fantasmales figuras vestidas de negro que representan a la muerte como en una película de Serie B para niños.

Easter De paseo por el Jerusalén del siglo I.

La propia Semana Santa es una pura recreación escénica totalmente paranormal dentro del mundo cristiano, y tiene poco que ver con las escrituras bíblicas. El concepto de nazarenos, por ejemplo, es observado con espanto y fascinación por otros rincones de la cristiandad, y aunque está basado en las túnicas y el color escarlata que supuestamente portaba Cristo (y que pocas respetan: hay cofradías de azul o verde), los capirotes no se incorporan hasta el siglo XVII (antes se llevaban pelucas con coronas de espinas).

Gala Drag Llegados a este punto, esto es lo menos transgresor de todo.

Y si la Semana Santa es recreación (y espectáculo que hoy tiene tanto de secular como de religioso) y por tanto ficción (para contar una historia con artificio, pompa y devoción), el Carnaval es el colmo del espectáculo: seguramente adoptado de tradiciones paganas, el Carnaval es la fiesta algo descontrolada y bastante profana previa a los rigurosos 40 días de Cuaresma. Es pura cristiandad. ¿Cómo no iba a tener sentido un drag queen-Jesucristo ahí?

En un tiempo de definitiva aceptación y tolerancia de la comunidad LGBT, un Jesucristo drag queen adapta el relato cristiano al presente, comunica para su audiencia. Y además, es puro arte.

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