El "gastrojeta" ha vuelto a ser detenido. Su último recurso para no pagar en un restaurante: fingir un infarto

Su historial acumula "simpas" de arroz y bogavante o entrecots en restaurantes caros

Gastrojeta
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"Una comilona de infarto", literalmente. Es lo que le gusta darse a menudo al personaje del que vamos a hablar a continuación. Algunos medios le han apodado el "gastrojeta". Pero en realidad se trata de un delincuente lituano de 50 años que lleva un tiempo acudiendo a restaurantes caros para comer en abundancia y luego fingir un infarto o un desmayo para evitar pagar la cuenta.

Cuando comenzó a realizar sus primeras fechorías allá por principios de 2022, los medios se hicieron eco de su curioso modus operandi para realizar lo que todos conocemos como un simpa. Esta semana, nuestro amigo se ha vuelto a hacer viral porque la Policía Nacional de Alicante, que ya le conoce bien, ha vuelto a detenerlo por llevar a cabo la misma estafa de siempre. Esta vez tras degustar una paella de marisco y dos whiskys en el restaurante-tapería "El buen comer", ubicado en la calle Mayor, con una cuenta sin pagar de 34,85 euros.

Con esta, sería la vigésima vez en un año que se le arresta por lo mismo, de ahí también el pseudónimo que le han puesto los medios de comunicación, a los que tiene atónitos con cada una de sus jugarretas. Ocho de las últimas detenciones fueron entre noviembre y diciembre del pasado año y otras 12 en lo que va de 2023 en las zonas turísticas del Barrio y la Explanada, aunque los hechos no denunciados podrían ser muchos más.

No obstante, siempre queda en libertad provisional tras ser puesto a disposición judicial. En esta ocasión, el lituano tendrá un juicio rápido en el juzgado de Instrucción número 1 de Alicante por un “delito leve de estafa”, aunque, como siempre, no tiene domicilio conocido para comunicar a las autoridades ni tampoco aporta fianza alguna.

Lo que sí tiene es un paladar exquisito y, sobre todo, predilección por las terrazas. Con aspecto de turista ruso adinerado acude a restaurantes de lujo durante las comidas y cenas (e incluso para sesiones de tapeo). Finge no saber mucho español (aunque sí parece entenderlo) y nunca repite restaurante.

Según el Grupo Operativo de Respuesta de la comisaría Alicante centro (GOR), viste polo, chaleco y todo de marcas caras. Y su historial acumula sobre todo pedidos de arroz y bogavante o entrecots, todos ellos acompañados habitualmente con varias copas de whisky White Label. En su último intento, en restaurante El buen comer,  pidió "paella de marisco para uno" y un whisky, "que se bebió de un trago", antes de pedir otro doble para acompañar al arroz.

Tal y como relata Moisés Doménech, el gerente del establecimiento, “iba a marcharse sin haber pagado los 34,85 euros pero un compañero le paró y le dijo que tenía pendiente la cuenta a lo que el hombre contestó que iba a ir al hotel para coger el dinero”. Cuando se le negó salir sin pagar, simuló un infarto y se tiró al suelo cerca de la puerta.

Sin embargo, el restaurante no cayó en su trampa y llamó a la Policía. Cuando llegaron los agentes, pidió una ambulancia, pero estos le reconocieron y le llevaron a comisaría. A partir de ahora lo va a tener más difícil, porque los hosteleros de Alicante han empezado a difundir su foto por grupos de WhatsApp del sector para avisar a los compañeros.

En otras dos ocasiones se le acusó de hurtar prendas de abrigo de El Corte Inglés de Alicante, una de 410 euros y otra de 484 euros.  El policía que le ha detenido cuatro veces explicaba en este artículo de EFE que el "gastrojeta" suele esperar sonriente cuando llegan las autoridades y que nunca pierde la tranquilidad. Aparentemente, ni se inmuta ante los arrestos. En algunas ocasiones, simula un infarto cuando es “cazado”, en otras espera pacíficamente copa en mano.

De hecho, el "gastrojeta" ha continuado su actividad aún cuando ya había sido juzgado y condenado el pasado diciembre a una multa de 900 euros y a pagar la comida y la bebida que había pedido en otro establecimiento.  Al no abonarla, este jueves se ordenó su ingreso en la cárcel, donde permanecerá durante tres semanas. Aparentemente le da igual pasar varias noches en una celda antes de ir de nuevo ante el juez. Para él la victoria siempre está asegurada: si le sale el simpa, come gratis; si termina en el calabozo, media pensión a costa del estado.

Imagen: Policía Nacional

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