'El canto del cisne': Apple TV+ da con la clave para plantear una ciencia-ficción muy compleja de la forma más accesible

Swan Song Poster Courtesy Of Apple Tv
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A menudo nos topamos con películas que tratan la ciencia-ficción alejándose de las corrientes mayoritarias y más populares. De los superhéroes a la space opera para todos los públicos, pasando por epopeyas bélicas camufladas de resistencia antialienígena o parábolas sobre el fin del mundo. Con sus muchas formas y colores, pero cuando encontramos una producción que se aleja de esos registros de gran éxito hablamos de películas de ciencia-ficción intimistas, pequeñas, cotidianas, o "literarias".

Posiblemente porque películas como 'Ex Machina' o 'La llegada', con las que esta 'El canto del cisne' tiene puntos en común, plantean ideas de una mayor abstracción y densidad que, digamos, 'La guerra del mañana' o 'Finch', por poner dos ejemplos de películas con ambiciones comerciales y muy distintas entre sí. Y eso nos hace pensar automáticamente en los libros, en la vertiente escrita del género, perfecta para transmitir ideas puras, más allá de los personajes o los escenarios. La versión de Asimov de 'Fundación' y su traducción a serie, con cambios tan polémicos como inevitables, es el mejor ejemplo de cómo funcionan las dos caras del género.

Sin embargo, y aunque sobre el papel esta magnífica 'El canto del cisne' -recién estrenada por Apple TV+- obedece a ese tipo de películas que podríamos decir que se aproximan a una ciencia-ficción más literaria dada su ausencia de acción y su manejo de ideas más complejas de lo habitual, es cine en estado puro gracias a su extraordinario empleo del lenguaje visual. Y aunque su argumento es el que plantea un conflicto que es puro género, es a través de las imágenes que resulta emotivo y profundiza en su propuesta.

El film nos muestra a un soberbio Mahershala Ali encarnando un papel doble: un hombre enfermo al que quedan pocas semanas de vida pero que no se ha atrevido a contárselo a su familia y un clon que tiene todos sus recuerdos y es virtualmente idéntico a él en todo. Es parte de un tratamiento experimental en el que se embarca y que concluirá cuando el clon sano le sustituya y prosiga con su vida. Pero las dudas surgen prácticamente desde el momento en el que nuestro hombre se ve frente a frente con su doble.

El doble de problemas

'El canto del cisne' pone sobre la mesa una de las obsesiones, si no la gran obsesión de la ciencia-ficción desde los tiempos de Frankenstein y más allá: a veces contraponiéndonos al Otro invasor, a veces explorando los confines del tiempo y el espacio -el interior y el exterior-, el género siempre se ha preguntado qué nos hace humanos. Qué es lo que nos define en grado último.

Y esta película de Benjamin Cleary -en su pasmoso debut en el largo, después de ganar el Óscar en 2015 con su demoledor corto 'Stutterer'- habla justo de eso. ¿Es una réplica exacta de una persona esa misma persona, o hay "algo" que define y distingue al original? ¿Son los recuerdos los que definen a un humano? ¿Y si alguien tiene exactamente los mismos recuerdos y experiencias que otro, es la misma persona? ¿Qué nos diferencia, en definitiva, a unas personas de otras? ¿Qué es la individualidad?

Y como decimos, no hay cháchara metafísica en 'El canto del cisne', no vemos al clon haciendo preguntas enrevesadas al humano original o viceversa, ni a la creadora del sistema de duplicación (también sensacional Glenn Close) explicando los pormenores técnicos del proceso. Gracias a la puesta en escena de Cleary, que rueda con gran sensibilidad tanto los momentos de cotidianeidad como los de desconcierto, y con un uso muy inteligente y racional del diseño de producción y la fotografía (firmada por Masanobu Takayanag), se crea un mundo futuro pero reconocible, donde las emociones fluyen sin dificultad.

Pero son sobre todo las interpretaciones de Mahershala Ali y Naomie Harris (que da vida a la mujer del protagonista) las que permiten que 'El canto del cisne' profundice en temas tan complejos y tan fáciles de banalizar. Su control de las miradas y los gestos da vida a una película que podría haber sido muy literaria pero que acaba siendo extremadamente cinematográfica.

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