No, jugar a juegos violentos (probablemente) no te hará violento en la vida real

No, jugar a juegos violentos (probablemente) no te hará violento en la vida real
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Un grupo de investigadores liderados por el psicólogo Peter Etchells ha tratado de ahondar en una de las cuestiones más debatidas sobre el mundo de los videojuegos. ¿Nos hacen los títulos violentos más violentos en la vida real? Según los resultados de ese estudio, la respuesta es que el impacto es prácticamente inexistente, algo a lo que ya se había apuntado en el pasado.

En realidad este tipo de estudios son como en tantos otros casos poco definitivos, pero lo cierto es que la correlación entre un videojuego violento y el hecho de que el jugador acabe siendo violento en la vida real parece débil. Quienes jugaron en los 90 con juegos en los que la violencia era componente clave -maquinitas de pistolas, juegos FPS- apenas veían aumentado la probabilidad de "desórdenes de conducta".

Sin pruebas contundentes

En ese estudio realizaron entrevistas a unos 2.400 niños sobre sus hábitos de juego cuando tenían 8 o 9 años, a finales de los 90, y luego volvieron a entrevistar a la mayoría de ellos a los 15 años (en total, a unos 1.800) para evaluar si esos hábitos habían tenido algún efecto en el desarrollo de su personalidad.

En esas entrevistas no solo se tenía en cuenta ese posible crecimiento del riesgo de desórdenes de conducta, sino también el riesgo de depresión. Se tuvieron en cuenta otros factores como historial de salud mental, educación maternal, status socio-económico, religión, estructura familiar, coeficiente intelectual e incluso problemas sociales y emocionales.

Aunque teniéndolo todo en cuenta parecía que los hábitos en videojuegos violentos podían apuntar ligeramente a un crecimiento en esos desórdenes de conducta, cuando se eliminaban el resto de factores dicha asociación era como decíamos prácticamente inexistente. Aunque el estudio no ofrece verdades absolutas ni una demostración clara y contundente en un sentido o el otro, sí que apunta a esa difícil relación entre lo que hacemos en pantalla y lo que hacemos fuera de ella. Afortunadamente.

Vía | ArsTechnica
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