Somos una familia, vivimos en una ciudad y hemos decidido vivir sin coche: así nos va

Somos una familia, vivimos en una ciudad y hemos decidido vivir sin coche: así nos va

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Somos una familia, vivimos en una ciudad y hemos decidido vivir sin coche: así nos va

Estamos acostumbrados a toparnos con la imagen del típico urbanita soltero, o al menos sin hijos, que ha decidido prescindir del coche para moverse por la ciudad. Con la bicicleta, el metro y el autobús (además de los sistemas de renting de coches), suele ser más que suficiente.

Pero hay vida más allá de ese cerrado prototipo. Hay familias, familias enteras, con uno o dos hijos, que han decidido que el coche sigue sobrando en sus vidas. E incluso que comenzó a ser un estorbo en cierto momento.

No es imposible, aunque sí parece complicado, conciliar la frenética rutina de cada uno de los miembros de la familia, incluyendo las vacaciones, cuando los peques llegan a casa. Ir en bicicleta ya no parece tan factible. Bajar al metro o subir al autobús con el carrito. Esos típicos "gestos" de cada día, que veces pasamos por alto.

Nosotros hemos hablado con cuatro familias que nos han contado el porqué viven sin coche. Cómo viven. Qué hacen para llevar a los niños al cole. Para ir de vacaciones. Para moverse de un lado para otro. Para vivir en un país que contaba con casi 28 millones de coches en 2015, según datos de ANFAC.

La conciliación y el conflicto: ¿esto es para siempre?

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Mayte y Oriol. Una pareja que se acerca a los 40 y que tiene un peque de 3 años, Lluc. Viven en Barcelona ciudad, en el Eixample. Y hasta hace dos años vivían en Madrid.

Ambos tienen carnet de conducir y tenían coche hasta hace apenas año y medio. Pero decidieron venderlo… y hasta ahora. “Era una molestia, parking, gasolina, revisiones… No lo usábamos más que los fines de semana. Estaba nuevo y decidimos venderlo antes que se degradara más e intentar recuperar algo de dinero. Además, te quita bastante estrés que te lleven a todas partes, conducir por una gran ciudad no es precisamente una ayuda para los nervios”, dicen.

El pequeño "pero", el pequeño conflicto llega, claro está, si las circunstancias no cambian. Oriol asegura que no van a tener coche si siguen viviendo en el mismo sitio y si no tienen un cambio vital muy grande. He ahí la puerta abierta. Pero de momento, creen que la suya ha sido una gran decisión.

También en Barcelona vive “Invader” (pseudónimo) con su mujer y sus hija de 20 meses. Él tenía carnet en Estados Unidos, su mujer lo tiene caducado. Y los tres se desenvuelven por la ciudad catalana sin problema alguno gracias a la bici y el transporte público. “Y para cualquier cosa usamos taxi, incluso cuando vivíamos en un barrio a 35-40 minutos en metro del centro, en ocasiones sale mejor usar un taxi que mantener un coche”, explica él.

Cecilia vive en el centro de Madrid con su pareja y su hijo de 5 años. Desde su blog "Belleza en Bici" encuentra ese rincón en el que defender sus ideales, en el que mostrar su activismo y su defensa de la bici como medio de transporte. Ella tiene carnet, su pareja no. Y ellos nunca han tenido coche. Jamás.

Decidieron no tener coche ya al empezar a convivir juntos. Ninguno de los dos había tenido coche con anterioridad, y tenían opiniones similares sobre la necesidad de cuidar el medio ambiente.

“El coche te puede dar facilidades pero también te genera estrés y te da preocupaciones innecesarias, así que si puedes vivir sin él, ¿porqué no hacerlo? ¿quién te lo impide? ¿es que tenemos que ser todos iguales, como hechos a molde, como se supone que tenemos que ser?” se pregunta.

Ella no ha sufrido aún ningún tipo de conflicto con la tentadora idea de hacerse con un coche. Sólo admite haber "coqueteado" con la idea de hacerse con un coche eléctrico. "Cuando compré mi bici eléctrica estuve mirando modelos de coche eléctrico biplaza fabricados en España (sólo para llevar al niño al cole, y nada más) pero no me convenció el pagar 50 euros mensuales de alquiler de la batería de un coche que ya estaba pagando", nos comenta.

El día a día sin coche es posible (y las vacaciones también)

Desenvolverse sin coche por una gran ciudad como Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Bilbao, etc., puede ser relativamente sencillo gracias a la red de transporte público disponible. Pero aún así es complicado encontrar familias al completo, con niños y demás, que elijan continuar su día a día sin coche. Y no sólo eso, también teniendo en cuenta las escapadas de fin de semana, las vacaciones y todo ese tipo de cosas.

Desde “Mejor en Bici”, reconocen que es muy difícil vivir sin coche en las urbanizaciones de poca densidad, alejadas del centro: “Si vives en un adosado a 5 km del supermercado, a 12 del colegio, a 20 del trabajo, vivir ahí te obliga a usar el coche, porque las alternativas no son competitivas en tiempo.”

Para las personas en esta situación, tener vías seguras para la bicicleta puede ahorrar viajes en coche: 5 kilómetros en bici son 20 minutos, nos dice el creador de "Mejor en Bici", Rubén Carbonero. Combinar un trayecto en bici con otro en transporte público también es una opción viable, según su punto de vista.

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“Y hay mucho que ganar, en dinero y salud. ¿Prefieres ir en coche al gimnasio, que cuesta un dinero al mes, o a la compra en bici, que es casi gratis?”, dicen desde esta plataforma de movilidad sostenible.

“Conozco familias en los centros de Madrid y Barcelona que viven así y hacen vida normal. Muchas veces, ni siquiera necesitan usar bici, porque en un centro urbano denso todo está cerca a pie o en transporte público”, nos aseguran.

Y nosotros les hemos preguntado a estas cuatro familias por sus rutinas diarias. Por cómo es un día normal en sus vidas.

  • La rutina de Alex y su familia

Alex y su mujer tienen dos hijos de 5 y 7 años. Es español, pero ahora mismo vive en Múnich, Alemania. A su hijo mayor le viene a buscar el bus escolar en la esquina de casa a las 7 y 20 de la mañana y él le acompaña. Al más pequeño le dejan sobre las 8 de la mañana… unos días él y otros días su mujer. “Si le llevo yo vamos en bicicleta (unos 10 minutos, que el peque va lento, y de allí ya voy al trabajo, otros 10 minutos en la dirección contraria)”, nos cuenta Alex.

A las 4 de la tarde su mujer recoge al pequeño, normalmente caminando. Y él a las 5 y media se acerca a por el más mayor en una bicicleta con una bici-remolque. “El centro de tarde está a 3km de mi trabajo y también de casa, así que cada tarde hago unos 6km en bici (unos 40 minutos), arrastrando al niño. También me va bien como ejercicio.”

Para hacer escapadas de fin de semana y demás, alquilan un coche de forma puntual.

  • Cecilia y su familia en Madrid: “Ir en bici me hace sentir capaz”

Durante los días de diario su marido va a trabajar en transporte público. Más de una hora en ir. “Afortunadamente disfruta de ese tiempo como una oportunidad para leer ya que es un lector empedernido”, nos comenta.

Por las mañanas ella lleva al niño al cole, que está en su barrio. Normalmente en bicicleta, pero también van en transporte público cuando es necesario. Después Cecilia va y vuelve del trabajo del mismo modo.

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“Me gusta muchísimo ir en bici porque me hace sentir capaz, fuerte, me relaja y gracias a ello hago ejercicio moderado”, asegura. “El que recoge al niño por la tarde es mi marido, que aprovecha para ir caminando, y vuelven caminando también, con amigos de clase, (entre media hora y tres cuartos) para hacer un poco de actividad física”, explica.

Cuando van de vacaciones siempre apuestan por el tren, o en menor medida de avión o autobús. También alquilan coches en destino, pero cada vez menos. “La única conductora soy yo, y me fastidia tener que hacer ese esfuerzo cuando se supone que estoy descansando”.

  • Oriol, Mayte y su vida en Barcelona

Esta familia tiene el colegio muy cerca de casa, toda una ventaja, así que van andando. Oriol trabaja en la ciudad, y se desplaza hasta allí en autobús a diario. Mayte ahora mismo no trabaja.

“Normalmente usamos el autobús y el metro, en caso de tener una emergencia un taxi. Y tampoco es que no tengamos coche: no tenemos en propiedad pero si hace falta tenemos un servicio de carsharing o alquilamos uno si lo necesitamos para más días”, explica.

  • “Invader” y su modus operandi

Su mujer, por horarios, se encarga de llevar a la niña a la guardería dando un paseo. Él trabaja a unos 4 kilómetros y medio de su casa, así que coge la bici y allá que va. “A mi trabajo llega transporte publico pero tardaría 15 minutos más en llegar”, nos dice.

Las vacaciones son algo más complicado, como no podría ser de otra forma, ya que dependen de tren, autobús o avión. Aunque, ¡ojo! porque esta familia se ha ido de camping sin coche. “Se trata de buscar sitios cerca del tren y luego quizás pillar un taxi al camping con todos los bártulos. Se puede con llevar lo mínimo y aún así estar una semana sin problemas. Pensábamos que con la niña sería más complicado… y no”, asegura.

¿Qué sucede si las cosas se complican?

No todos los días brilla el sol, ni durante toda la vida nos mantenemos en el mismo puesto de trabajo, incluso en la misma ciudad. Las circunstancias cambian y no siempre resulta sencillo mantener este estilo de vida.

Cuando la lluvia arrecia ahí fuera, Cecilia echa mano de una app. La de la AEMET. Gracias a ella calcula la intensidad del chaparrón y a qué hora van a caer más mililitros. "Tengo pantalones y capa impermeable, y la grasa de caballo en los zapatos es infalible para impermeabilizar. A mi hijo le pongo una capa impermeable que le cubre por entero dentro de su sillita, casi como una burbuja, y un casco con visera especial. No se moja nada", nos explica.

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Eso sí, si va a caer una infernal justo cuando salen de casa, se lo piensa un poco y ese día van en autobús al cole y después ella coge el metro.

Oriol dice que cuando llueve, sencillamente cogen el paraguas y salen más pertrechados. "Nuestro hijo disfruta saltando en los charcos con las botas de agua", dice con ternura. Alex sigue el mismo "remedio": botas, paraguas y chubasquero. En algún caso deja de lado la bici y coge el metro para ir a buscar a su hijo mayor.

En cuanto a qué pasaría si sus circunstancias familiares cambiasen, tiene dudas acerca de qué haría. De si se haría con un coche o no si se mudase de ciudad, si cambiase de trabajo, si tuviese más peques en casa.

"Depende del destino y las necesidades allí. Lo que tengo claro es que si tuviera que irme a una ciudad donde el coche es necesario, ese factor pesaría bastante en la decisión de mudarnos o no", sentencia. "Y en el caso de un nuevo bebé, tendríamos que evaluarlo, pero intentaría evitar la compra de un coche si fuera posible", añade.

Invader, por su parte, también se encuentra dubitativo en cuanto a qué haría si su situación cambiase. Dice que depende del lugar, aunque él siempre se ha cuidado de mirar trabajos con posibilidad de llegar sin coche. "Aunque, llegado el caso, habría que planteárselo...", dice.

¿Qué opinan nuestras cuatro familias sobre la red de transporte público?

La sensación generalizada de las cuatro familias con las que hemos hablado es más o menos la misma: “se puede mejorar”. Aunque hay matices para todos los gustos.

Cecilia nos habla sobre el metro y el autobús de Madrid, del que comenta que se podría mejorar muchísimo la accesibilidad. “En el metro no todas las estaciones están muy pensadas para sillitas de bebé. En esos casos nosotros tirábamos de mochila portabebés”, comenta. “La frecuencia de los autobuses podría mejorar mucho. También es un problema que en algunos autobuses no cabe más de un carrito de niño.”

Y lo que sin duda tiene que mejorar en el transporte público de Madrid, según Cecilia, son los portabicicletas que hay que instalar en los autobuses urbanos. “Esto mejoraría la intermodalidad y facilitaría a muchos padres llevar a sus hijos al cole en autobús, y después irse a su trabajo en bicicleta”. Además, también reclama aparcabicis para todos los colegios e institutos públicos de la ciudad.

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Tanto para Oriol como para “Invader”, el principal problema del transporte público en Barcelona es el cercanías. “Siempre da problemas”, aseguran. En cuanto al metro y el bus en esta ciudad, según Oriol el principal problema es cuando vas muy temprano o muy tarde, la frecuencia es la que puede jugarte malas pasadas.

Sin embargo, en horario “normal” ya lo tienen todo controlado. Se han hecho expertos en la materia. “Sabes que tardas un poco más, pero a cambio llegas más tranquilo y puedes aprovechar el viaje para leer, por ejemplo”, dice.

Desde “Mejor en Bici”, su administrador Rubén Carbonero lo tiene muy claro: falta transporte público y, si hablamos de bici, la posibilidad de combinar trayectos en tren/metro y bicicleta.

Diferentes alternativas al coche en propiedad

Bicing, BiciMad, Car2go, Blablacar… Hoy en día encontramos un gran abanico de posibilidades que nos permiten vivir sin coche en propiedad. Sistemas de alquiler de bicicletas o de coches, compartir vehículo con otros usuarios…

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Nuestras cuatro familias sin coche ven pros y contras de algunas de ellas, como era de esperar. Y es que la moviliadad se complica un poquito más cuando llegan peques a la familia.

Cecilia, que vive en Madrid, asegura que tanto BiciMad como Car2go le parecen no sólo buenas ideas, sino algo indispensable en la capital de un país europeo moderno. "Ya tardaban ¿no? Faltaría apostar más por lo eléctrico a nivel autobuses urbanos, y aprovechar aún más la energía del frenado del metro para generar electricidad para recargar, eso es una idea buenísima que debería ampliarse”, nos dice.

Ella nos habla también del concepto de Respiro, una empresa con la que puedes alquilar coches (también eléctricos) en tu propio barrio, compartidos con el resto de usuarios. “Lo bueno de esta última es que si lo pides, te ponen dispositivo de retención infantil homologado”, explica.

Es fundamental para el alquiler de ciertos medios de transporte compartidos pensar que no sólo lo alquilarán personas que viajen solas o en pareja, si no que los niños aquí juegan un papel fundamental.

En Barcelona, Oriol es usuario de Bicing, un sistema que considera una extensión más del transporte público. “Es cómodo para uno solo pero no soluciona el problema si vas con el niño”, le pone como pega.

Al igual que al coche, ya que asegura no compartir con nadie porque el problema de la silla para el niño no se soluciona. Sin embargo, Oriol y Mayte sí son usuarios de Avancar. “Cuando necesito uno lo cojo vía aplicación, pongo la sillita del coche (que la mantenemos y es muy útil) y así podemos ir a hacer algún encargo o escapadas de fin de semana”.

Ahorro económico, ideales, medio ambiente: ¿qué les mueve?

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El ahorro económico al no tener coche es una de las ventajas más evidentes cuando una familia decide prescindir de él en su día a día. Hay quién ni siquiera sabe cuánto se está ahorrando, por puro desconocimiento o simple desinterés. Ese sería el caso de Cecilia o “Invader”.

Él, por ejemplo, va un paso más allá y se atreve a hacernos un cálculo de lo que ha ahorrado en transporte público al utilizar únicamente la bici en su rutina diaria. Y su calculada respuesta es 2.400 euros en cuatro años. No está nada mal.

“Ni idea. No pensamos en esto como un ahorro económico ni lo hacemos por el tema del dinero”, nos dice Cecilia. Su marido y ella lo hacen con el medio ambiente como motivación, además de por su comodidad como familia.

Dice que es algo así como no tener hipoteca. Que eso es lo que siente ella al no tener coche. Al no pagar gasolina, ni impuestos, ni taller, ni seguro, etc. Bajo su punto de vista, toda una liberación.

Al hablar con Oriol nos damos cuenta de que él sí tienes los cálculos muy bien hechos y atados. Nos explica que sólo el seguro y el impuesto son unos 500 euros, otros 100 euros mensuales de parking y luego el gasto que supone el propio coche.

Son unos 4.000 o 5.000 euros anuales casi seguro, aunque luego hay que pensar que se gasta en alquiler o otros transportes. Además gastas menos gasolina y ahorras en reparaciones”, sentencia.

Alex, por su parte, hace sus cálculos teniendo como base cuando tenía su coche en Inglaterra. “Calculo que nos salía entre 2.300 y 3.000 euros**. Incluyo aquí reparaciones y mantenimiento (unos 1.100 euros), gasolina (800 euros), seguro (300 euros) y la amortización de 6 años (nos costó unos 3.500 euros y lo vendimos por unos 820, o sea, unos 420 euros al año)”, explica.

Además en Múnich, donde vive ahora, recuperan 60€ al mes porque subalquilan el garaje que viene incluido en el alquiler del piso. ¡Todo ahorro es poco!

Los consejos de estas familias: “Deja que te de el aire en la cara, leñe”

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Teniendo delante de nosotros a estas familias que no quieren que un coche forme parte de sus vidas, no podíamos hacer otra cosa que preguntarles qué consejos darían a los conductores más acérrimos. Porque por supuesto que en cualquier gran ciudad encontramos este perfil de personas. Y más habitualmente de lo que encontramos familias al completo sin un coche en el que moverse (algo que ha sido complicado).

También desde “Mejor en Bici”, tienen su opinión: "Hay gente que siente que necesita usar el coche porque si no llegará tarde, o le da pereza caminar, o qué sé yo. Se trata de un mal hábito, como muchos otros. A estas personas, les diría que se puede dejar, y que tiene muchas ventajas: se ahorra dinero y mejoran la salud y el humor cuando se incorpora un rato de caminata o de bici en la vida diaria”, dice Rubén Carbonero.

Cecilia dice que para ellos es, sencillamente, una forma de compromiso con aquello que creen que es lo correcto para todos. Nos explica que ella no va por la vida intentando convencer a nadie ni es una radical.

Pero tiene un consejo que dar: “Se están perdiendo el moverse realmente en familia, ir caminando por la ciudad como una aventura, hacer excursiones en cercanías, leer en el metro e ir a hacer la compra con un carrito. Se están perdiendo mejorar su salud, liberar endorfinas al ir en bicicleta por su ciudad, y quitarse mucho estrés al viajar”, sentencia en un tono algo soñador.

Y al hablar con "Invader" nos topamos con la palabra "ridículo". Así define el tener coche en una ciudad como Barcelona. De hecho, le parece bien que cada vez lo pongan más difícil.

“Se tienen que tener otras alternativas pero hay que liberar la ciudad de coches”, dice. “Camina, conoce tu barrio, disfruta del aire en la cara, ¡leñe!...”, aconseja rotundo.

Alex, desde Múnich, nos dice que cada vez odia más el concepto de coche como un enorme trasto que ocupa la ciudad, la contamina, hace ruido y estresa a la gente. "¿Por qué siempre hemos de estar atentos y andar con cuidado al pasar la calle, incluso en pasos de cebra, cuando quien lleva una tonelada de hierro a 50 km/h (con suerte) es el conductor? ¡Y encima nos pitan!”, nos comenta indignado.

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Soñador, Alex imagina una ciudad sin coches, con gente paseando a todos lados o tranquilamente en bicicletas por un carril seguro. Como consejo o como idea a quién le quiera escuchar, cree que así la calidad de vida se multiplicaría.

Oriol, por su parte, nos argumenta su idea para cerrar este reportaje: Algo va mal si quemar gasolina para todo es necesario. Hay dos vertientes a tener en cuenta, por un lado el planeta y la contaminación; por otro la propia vida. Se puede vivir si coche, se pasea, dejas que te lleven. Tu vida mejora. Yo les recomendaría que hicieran la prueba un mes. Pero hacerlo sin dramas”.

Imágenes | Claudio Olivares, FDV, Arturo Reina Sánchez, Makunin, Unsplash, Public domain pictures, Tomás Fano, Jinholee

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