Google, de nuevo a vueltas con la privacidad: lo que el GPS  de tu móvil dice de ti sin que te des cuenta

Google, de nuevo a vueltas con la privacidad: lo que el GPS de tu móvil dice de ti sin que te des cuenta

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Google, de nuevo a vueltas con la privacidad: lo que el GPS  de tu móvil dice de ti sin que te des cuenta

Soy un buen cliente para Google. No he dicho usuario. He dicho cliente. Sé la diferencia, y sé que si puedo utilizar sus maravillosos servicios -muchos lo son- es porque a cambio estoy dándole a Google algo que a mí me puede parecer poca cosa a priori, pero que para ellos es una mina de oro. Mis datos. Qué busco, qué leo, qué veo, qué oigo, con quién me relaciono, o dónde voy.

Soy, como la inmensa mayoría de los usuarios clientes de los servicios de la empresa, una víctima de ese difuso equilibrio en el que uno acaba prefiriendo ceder parte de privacidad a cambio de mucha comodidad. El problema es que en Google la voracidad por nuestros datos está pasando a ser tan enorme que hasta los usuarios clientes fieles como yo deberían replantearse las cosas. Y tú también deberías hacerlo.

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Bendito-maldito GPS

En The Register ya hablaban de ello hace un par de días. Puede que creas que al desinstalar Google Maps el seguimiento y monitorización de tu ubicación desaparezca: estarás equivocado. Los Google Play Services se encargan de captar esos datos sin que la mayoría lo sepan.

Google Mordor

Es cierto que las últimas revisiones de Android permiten tener un control mucho más fino de los permisos que concedemos a cada aplicación. Yo tengo vetado el permiso de ubitación a la inmensa mayoría de aplicaciones que tengo instaladas, pero inevitablemente lo uso en algunas de ellas como Waze o Google Maps.

El uso del receptor GPS de nuestros móviles conlleva muchas ventajas, pero hay una evidente: la llamada Google Awareness API, un conjunto de librerías que permiten que nuestro móvil reaccione en base a diversos tipos de eventos. Nuestro smartphone puede así sugerirnos todo tipo de acciones en base a cosas como la hora del día, nuestra ubicación, la conexión de accesorios como auriculares, la previsión meteorológica o incluso la detección de balizas -tipo iBeacons- que se comunican con nuestros dispositivos.

Aquí es donde Google nos convence con su mensaje futurista: uno puede estar cogiendo el coche en dirección a casa y nuestro sistema domótico -ya que nos ponemos en materia, lo hacemos bien- se encargaría de irla dejando a la temperatura adecuada, encendiendo las luces justo antes de que lleguemos o abriendo la puerta del garaje cuando lo necesitemos. Hay ejemplos mucho más realistas hoy en día, claro: ¿a que muchos de vosotros recibís notificaciones sobre ese paquete que estáis esperando o ese vuelo que tenéis que coger? Ahí lo tenéis: Google os proporciona esas notificaciones para hacerlos la vida más cómoda, pero para lograrlo necesita saber cosas de vosotros. Y cuantas más sepa, mejor. Lo que no está tan claro es que sea mejor para nosotros, los usuarios clientes.

Google nos sigue allá donde vamos

El problema es que como se ha descubierto, esa voracidad por recolectar nuestra ubicación -entre otros datos- está convirtiéndose en algo inquietante. Mustafa Al-Bassam, un investigador de seguridad, comentaba hace poco en Twitter cómo "casi había tenido un ataque al corazón" al entrar en un McDonalds y recibir en su teléfono una notificación que le invitaba a descargar la aplicación móvil de esta cadena.

Google 2

¿Cómo era posible? Comprobó que efectivamente Google Maps estaba deshabilitada -incluida la localización- en ese momento, pero no lo estaba Google Play, la tienda de aplicaciones que había monitorizado su ubicación miles de veces.

Como explican en ExtremeTech y ya habíamos comentado en profundidad en Xataka, uno de los problemas que plantea Google en el desarrollo de Android es que poco a poco ha ido reemplazando componentes libres y de código abierto de AOSP con componentes de código propietario que luego obliga a los fabricantes a instalar. Podéis utilizar mi sistema operativo en vuestros móviles, claro que sí, pero para ello tenéis que preinstalar todos mis servicios y aplicaciones. ¿Qué problema hay? Son precisamente los que los usuarios quieren.

Puede que sí, pero esos servicios cuentan con una serie de APIs entre las que se incluye la basada en localización. Según algunos analistas lo que le pasó a Al-Bassam fue un efecto colateral de Nearby, una nueva característica de la que Google habló el pasado mes de junio: como a menudo no sabrás cuál es la mejor aplicación a instalar en cada momento (o más bien, en cada lugar) no debes preocuparte, porque gracias a la localización Google te sugerirá precisamente esas aplicaciones perfectas para ese momento (o más bien, insistimos, ese lugar).

¿Qué podemos hacer al respecto?

El problema es que la solución es tan efectiva como incómoda: consiste en deshabilitar continuamente los permisos de localización e irlos activando a medida que los necesites en cada ocasión.

Spy

Eso tiene una implicación lógica: tendremos que tener cuidado y desactivar esos mismos permisos cuando hayamos terminado de aprovechar esa función específica que necesitábamos en el momento específico en el que la estábamos utilizando. De lo contrario, ya sabéis: Google recolectará esa información porque asumirá que no le importa que lo hagas.

Hay también soluciones más avanzadas como tratar de gestionar nuestra privacidad con herramientas como XPrivacy -previa instalación del Xposed Framework, y eso previo rooteo del terminal-, algo que no es ni mucho menos trivial para la mayor parte de usuarios de Android.

Una opción más radical es, por supuesto, dejar de ser usuarios clientes de Google. Para ello tendríamos que deshacernos de Google Play y del resto de aplicaciones y servicios de Google. Eso es complicado en el ecosistema Android, pero hay opciones, por supuesto. Existen diversas ROMs que facilitan esa opción, pero tendremos que aprender a vivir sin todas esas herramientas y servicios, algo de lo que hablaban nuestros compañeros de Xataka Android hace ya dos años.

Es el ya conocido debate entre esa comodidad de tenerlo todo a golpe de dedazo y a disfrutar de un ecosistema en el que todo funciona (normalmente), o luchar contra el sistema y tratar de proteger nuestra privacidad -con las innumerables molestias que eso suele conllevar- con alternativas a Google y al resto de empresas que persiguen nuestros datos con una voracidad que una vez más Google demuestra con este tipo de iniciativas.

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