Google quiere parecerse más a Apple, y eso es peligroso

Google quiere parecerse más a Apple, y eso es peligroso

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Google quiere parecerse más a Apple, y eso es peligroso

El lanzamiento de los nuevos Google Pixel y Pixel XL marca una nueva era en la empresa de Mountain View: una en la que Google se convierte en una empresa que se parece mucho más a Apple a la hora de lanzar productos: ya no solo controla el software, sino también el hardware.

Eso, por supuesto, es peligroso, sobre todo porque si Google ha logrado ese éxito con Android ha sido por ofrecerlo a cualquier fabricante. La apuesta hardware no es especialmente diferencial, y de hecho la actitud de Google solo puede hacer enfadar a sus socios tradicionales. Es más: ¿realmente necesitaba el mercado estos teléfonos?

Demasiados gallos en el corral

La ventaja fundamental de los Pixel es la que ya ofrecía la (tristemente desaparecida) familia Nexus: que con ellos uno tendrá derecho a contar con lo último y más reciente de Android. No hay más beneficios palpables en estos terminales. No al menos en el apartado hardware.

Pixel

Es cierto que cuentan con el novedoso Snapdragon 821, pero en el resto de opciones nos encontramos con especificaciones comparables a las de cualquier otro terminal de esta gama. Sobre todo en cámara, uno de los argumentos que ha esgrimido Google para presumir de dispositivos.

Que estos dispositivos sean los que mayor puntuación tengan en DxOMark no los hace necesariamente mejores que el resto -al final hay detalles muy subjetivos en esta y otras valoraciones-, y por muy bien que se comporte la cámara las diferencias con otros gama alta del mercado serán posiblemente mínimas.

¿Qué diferencia a los Pixel? El diseño es peculiar pero ha sido criticado por el uso de esa mitad trasera de cristal "atrapahuellas", y no parece que tampoco en este apartado haya nada especialmente destacable. Si a eso le sumamos el hecho de otros presumen de carga inalámbrica, resistencia al agua o cámara dual, la cosa se complica.

Todo esto nos hace cuestionar la validez de la decisión de Google, que quiere convertirse en la Apple del mundo Android en precios y márgenes de beneficio. No lo puede hacer del todo en ese control absoluto de la plataforma, y el problema es que de imponer ese control Android no sería Android. Sería otra cosa.

Los partners de Google deberían estar preocupados. O no.

Cuando Microsoft compró Nokia el debate fue similar: de repente muchos fabricantes podrían perder interés en la plataforma al competir con los dispositivos de la propia casa. ¿Qué podían ofrecer ellos cuando Microsoft podía aprovechar que era responsable del software y también de quien fabricaba los mejores terminales Windows Phone?

La respuesta no tardó en llegar, aunque en ella interviniesen más factores. La plataforma móvil de Microsoft fue perdiendo relevancia gradualmente, y ni la esperada llegada de Windows 10 a esos móviles logró impulsar estos dispositivos. Tonto el último, dijeron la mayoría de sus socios.

Es difícil que eso ocurra con Android, desde luego. La libertad que ha ofrecido la plataforma ha hecho que los fabricantes puedan experimentar, y lo curioso es que la mayoría de ellos han aprendido -por las duras- que lo mejor que pueden hacer por el usuario es ofrecer una experiencia lo menos "especiada" posible. Nada de capas de personalización, nada de grandes modificaciones al sistema operativo.

Eso ha hecho que hoy en día contemos con terminales que no solo pueden competir con los nuevos Pixel: los superan en una o varias facetas. Los Samsung Galaxy S7 se pueden encontrar por menos de 550 euros actualmente, y tenemos propuestas como los OnePlus 3 o los ZTE Axon 7 que por bastante menos compiten en prestaciones y desde luego nos permiten ahorrarnos un buen dinero.

El único problema que plantean todas esas alternativas es como decíamos que tardarán en poder acceder a las novedades que ofrece la versión de Android integrada en los nuevos Pixel. ¿Es eso importante?

Google sigue diferenciándose en software y servicios, no en hardware

En el evento de ayer los responsables de Google nos metieron su asistente hasta en la sopa. Sundar Pichai abría el discurso hablándonos de las ventajas del aprendizaje automático y la inteligencia artificial. El principal responsable del desarrollo del asistente de Google -al que quizás le deberían buscar un nombre pegadizo como han hecho Apple o Microsoft- hizo lo propio al final del evento, pero es que en casi todos los productos hubo referencias a ese asistente.

El "Ok Google" fue protagonista absoluto del evento, y algunos en Twitter bromeaban sobre cómo esas palabras habían causado un buen revuelo en las primeras filas de asientos: cada vez que uno de los participantes en la conferencia usaba esas palabras no solo activaba el asistente del dispositivo que estaba demostrando: también se activaba el de todos los terminales basados en Android que andaban cerca.

¿Es el asistente de Google tan diferencial como para lograr que sus Pixel se conviertan en terminales superventas? Lo dudamos mucho, como también el hecho de que el almacenamiento infinito ofrecido por Google en estos terminales -más atractivo y práctico- o la inclusión de sus nuevos Allo y Duo convenzan a los usuarios.

Asistente

El problema es que ya tenemos acceso al asistente de Google en nuestros terminales, y también podemos instalar Allo y Duo en ellos. Android ya es "lo suficientemente bueno" en su versión actual, así que la mayoría de usuarios no sienten preocupación alguna por no contar con la última versión de la plataforma. Esa es una de las grandes condenas de Google: que por bueno, bonito y barato que sea Android 7.0 la mayoría de los usuarios probablemente no sientan que sus dispositivos pierden enteros en ese sentido.

Son muchos los argumentos que ponen en duda el futuro de ese nuevo camino de Google. Ya teníamos fabricantes "Premium" de dispositivos Android, y que Google se sume a esa oferta no plantea a priori demasiadas ventajas para los usuarios -que tienen a su alcance opciones igual de atractivas o más- ni para la industria -que podría "mosquearse" por esa nueva ambición de Google.

A no ser que Google logre diferenciarse en hardware con otras opciones -se hablaba no hace mucho de que ellos mismos se encargarán de diseñar y fabricar sus propios microprocesadores, como ya hace Apple- mucho nos tememos que el camino de Google en este nuevo ámbito estará plagado de obstáculos y escepticismo.

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