El código de la memoria: el método de las tradiciones orales para memorizar enormes cantidades de información

El código de la memoria: el método de las tradiciones orales para memorizar enormes cantidades de información

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El código de la memoria: el método de las tradiciones orales para memorizar enormes cantidades de información

Los antiguos bardos celtas eran famosos por la gran cantidad de información que podían llegar a memorizar: miles de canciones, cuentos, cantos y poemas que en su totalidad llevaría horas recitarlos.

En la actualidad estamos mal acostumbrados porque tenemos casi toda la sabiduría universal al alcance de unos pocos clics ¿Para qué preocuparnos de memorizar algo cuando lo podemos buscar en Google? ¡Basta ver cómo nos entra el pánico en cuanto perdemos el teléfono!

Mucho antes que los antiguos celtas, los aborígenes australianos ya se dedicaban a grabar en su cabeza grandes cantidades de información para poder transmitirla a las siguientes generaciones.

Los aborígenes nos demuestran que su tradición oral no es solamente muy detallada y compleja, sino que la información puede sobrevivir, literalmente, durante miles de años e incluso durante decenas de miles de años. Y a mí que me cuesta recordar lo que hice el jueves pasado... ¿Cómo lo hacen?

La investigadora Lynne Kelly se hizo esta misma pregunta mientras se documentaba sobre los conocimientos de los aborígenes australianos sobre para su tesis doctoral. Kelly tenía claro que los aborígenes contaban con mucha información clasificada sobre los animales (incluyendo tipos de especies, características físicas, comportamientos, comida y plantas relacionadas) y se preguntaba cómo podían recordarla.

Una cuestión de memoria

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Stonehenge fue evolucionando desde una estructura simple hasta convertirse en el complejo megalito actual durante el transcurso de miles de años ¿Estamos ante un lugar de evolución de la la memoria?

Los aborígenes más viejos le explicaron cómo clasificaban sus conocimientos sobre canto, danza, historia y geografía y con estos datos desarrolló una teoría que podría revolucionar la arqueología.

Hace mucho tiempo que se sabe que el cerebro humano ha evolucionado para asociar la memoria con lugares, algo que se conoce como el método loci y que se basa en asociar un recuerdo con un lugar ¿Acaso no es cierto que muchas veces se nos vienen recuerdos a la cabeza cuando visitamos nuestro lugar favorito de cuando éramos pequeños?

Loci significa “lugar” en latín y puede hacer referencia a las características del paisaje, a los lugares de culto, a los diseños abstractos… a cualquier cosa que tenga unas características distintivas y donde la información se pueda vincular a la memoria.

Hace mucho tiempo que se sabe que el cerebro humano ha evolucionado para asociar la memoria con lugares, algo que se conoce como el método loci y que se basa en asociar un recuerdo con un lugar

Lynne Kelly desarrolló una teoría al respecto que podría explicar la finalidad de lugares famosos como Stonehenge, las Líneas de Nazca o los Moáis de la Isla de Pascua. Hace décadas que se discute el significado de estos lugares y la autora propone en su nuevo libro 'The Memory Code' (El Código de la Memoria) que los sitios como Stonehenge o las Líneas de Nazca se tratan en realidad de lugares para la memoria.

El conocimiento es poder

En las tradiciones orales, el conocimiento es poder y tiene que haber portadores de sabiduría que hayan sido escogidos por su valía y que se dediquen a mantener y conservar los conocimientos más importantes.

En las culturas indígenas, los ancianos que han pasado los más altos niveles de iniciación son los que tienen los conocimientos más profundos. Esto es algo que se puede observar en los lugares de culto donde el conocimiento se transmite de generación a generación. Los lugares de iniciación aborígenes incluyen una zona secreta donde se discuten los conocimientos más sagrados.

Es algo que también podemos ver en Stonehenge, donde el perímetro de piedras levantadas protege el centro del anillo en donde los conocimientos más importantes se transmiten en una ceremonia. Estos lugares tienen unas características con formas únicas. En Uluru, los ancianos de Anangu asocian cada grieta, bache, y muesca del perímetro de la montaña con los conocimientos que guardan en su cabeza.

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Si nos fijamos, el paisaje de Uluru es muy rico en texturas

Mapas estelares y memoria

Pero el método loci no se limita solamente a lugares que puedas tocar o visitar y los indígenas también usan las estrellas como lugares de la memoria.

Por ejemplo, las constelaciones pueden representar características del paisaje. El aborigen australiano Ghillar Michael Anderson explica cómo la gente de Euahlayi podía viajar largas distancias con fines comerciales y religiosos.

Un antiguo euahlayi se dedicaría a memorizar los mapas estelares por la noche y aprendería las canciones que hablan de su relación con los diferentes terrenos, asociando cada estrella a una característica del paisaje, como puede ser un pozo de agua.

Meses más tarde, cantaban la canción mientras viajaban durante el día y estas rutas a base de canciones acabaron convirtiéndose en algunas de las autovías modernas que cruzan Australia. Más que servirse de las estrellas para orientarse, utilizaban las estrellas para recordar el camino.

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Hay características del paisaje y canciones que representaban con estrellas de la Vía Láctea que se corresponden a carreteras modernas. (Imagen: Robert Fuller y Google Maps)

Esto explicaría por qué los aborígenes todavía recordaban gracias a su tradición oral cómo era la geografía australiana antes de que se inundara por el aumento del nivel del mar durante la última edad de hielo hace más de 7.000 años.

Para demostrarlo, Kelly utilizó esta técnica para memorizar todos los países del mundo según su población asignando a cada país una característica de su vecindario, incluyendo edificios y jardines. Gracias a este método puede recitarlos en orden sin problemas. Puede que si lo intentas tú mismo te sorprendas de lo fácil que es. The Conversation

Autor: Duane W. Hamacher, astrónomo e investigador senior en el Centro de Estudios Indígenas de la Universidad de Monash (Australia)

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí

Fotos | iStock

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