LCD o plasma: tamaño de la pantalla

LCD o plasma: tamaño de la pantalla
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Tras estudiar las diferencias entre los televisores de plasma y LCD en relación a aspectos como el contraste, la luminosidad y el color, nos adentramos ahora en todo un clásico dentro de la batalla de los televisores: el tamaño y otros aspectos negativos asociados a los plasmas y LCDs, como el efecto de quemado de la pantalla, la esperanza de vida o el tema de los píxeles muertos.

Hasta no hace mucho, el tamaño de una pantalla nos obligaba a decidirnos de entrada por un tipo de pantalla. Si queríamos equipos con una diagonal por encima de las 37 pulgadas, la opción era claramente un televisor de plasma. Por debajo de ese tamaño, reinaba el LCD a sus anchas. El avance de ambas tecnologías nos ha llevado a tener ya en el mercado plasmas de menor tamaño, y sobre todo, televisores LCD que alcanzan sin problema las diagonales clásicas de los plasmas. De hecho, todavía podríamos afirmar que para tamaños grandes, la relación calidad-precio todavía beneficia a los equipos de plasma.

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Sin ánimo de entrar en guerras absurdas, la elección del tamaño adecuado de pantalla puede traernos muchos beneficios. No es nada científico el tema, pero sí son recomendaciones muy sensatas. Por supuesto que en este aspecto entra en juego lo que cada uno quiera, y si mucho prefieren un televisor lo más grande que puedan permitirse porque piensan que van a disfrutarlo más, pues están en su derecho.

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Para los que se dejan aconsejar tenemos sin embargo una serie de consejos o consideraciones que pueden tener en cuenta a la hora de escoger el tamaño de su televisor, ya sea plasma o LCD, pues nos parece un tema de mucha importancia y que en numerosas ocasiones es ignorado por el simple hecho de querer tenerla lo más grande posible.

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Una tabla de medidas aproximadas es la que ves aquí, elaborada por Quesabesde basándose en las recomendaciones de la SMPTE (Society of Motion Picture and Television Engineers). Se trata de distancias que se suelen tomar como referencia válida.

No escoger el tamaño de pantalla adecuado (normalmente más grande), en la actualidad, con pocas fuentes de alta definición, puede provocar que apreciemos muchos más fallos e imágenes en baja calidad si nos encontramos muy cerca de la pantalla, o lo que es lo mismo, con un televisor de mayor tamaño del aconsejado. Nuestra recomendación es que no nos tomemos este tema a broma y nos paremos a pensar tranquilamente en ello y no nos dejemos llevar solamente por las apariencias de tener una pantalla más grande. Como veremos en otra parte del especial, el tamaño y distancia de visionado adecuado puede hacer que una pantalla de menor resolución (HD Ready) se vea igual de bien que una FullHD. Básicamente veremos que la resolución de nuestro televisor también podrá determinar la distancia óptima de visionado.

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Una vez que hemos decidido el tamaño adecuado o el que queremos para nuestro televisor, vamos a exponer las consideraciones a tener en cuenta dentro de este bloque. Empezamos con el efecto burn-in o quemado, que solo se produce en los televisores de plasma. En el caso de los LCD, por su funcionamiento, no existe.

A continuación, en la imagen, podemos ver en qué consiste este efecto indeseable en nuestro televisor. Por la tecnología plasma este efecto es posible, pero gracias a los avances que han hecho los fabricantes, una especie de salvapantallas que no detectamos, por ejemplo, no debe ser un problema real salvo casos especiales. En general, si se produce este efecto, debería desaparecer con el tiempo.

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Para tener imágenes estáticas no es pues recomendable este tipo de televisores. Si estabas pensando en usarlo esporádicamente como monitor de tu ordenador, mejor optar por un LCD, que además sí que suelen incorporar conexión para el PC, al contrario que los televisores de plasma.

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Sin embargo, los LCD no se libran de un error igual de molesto: los píxeles muertos. En el fondo, las pantallas de plasma también pueden perder píxeles con el tiempo, pero es muchísimo más habitual que ocurra en los LCD. También puede ocurrir el caso contrario, que un píxel se quede contínuamente activado.

Si el plasma tiene el inconveniente de la imagen quemada, la tecnología LCD ha estado marcada por el denominado efecto fantasma o halo. Si eso no te suena, quizás conviene dejarlo como el tiempo de respuesta de los píxeles. En el caso de los LCD, mientras se aplica la nueva intensidad y cambia la molécula de cristal líquido, pasa un tiempo en el que la imagen anterior permanece en pantalla. Este efecto es especialmente molesto y visible en deportes o escenas de acción.

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Como otros defectos, los fabricantes van mejorándolo, como ya explicamos cuando hablamos de la tecnología 100 Hz. Así, se están consiguiendo tiempos de respuesta de pocos milisegundos, pero como en otras mediciones sin estándar, los fabricantes juegan con las cifras que dan a su antojo y para salir siempre beneficiados ellos.

Al igual que en el efecto quemado el LCD era inmune, en esta ocasión, el plasma no sufre este efecto debido a que el fósforo que ilumina los píxeles, se encienden y apagan casi instantáneamente y no da tiempo al ojo humano a apreciar el cambio.

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Por último, en esta parte del especial sobre televisión, vamos a ver quién gana en la batalla de la vida útil. Es decir, qué televisor nos durará más sin que la imagen se vea resentida. Como ya muchos sabéis, gana el televisor LCD, pues la tecnología de plasma tiene una vida útil más reducida motivada por el desgaste progresivo de los fósforos, que llega un momento en que empeoran la imagen hasta un límite no admitido.

Así, la media nos indica que un televisor de plasma mantiene una imagen de calidad admisible unas 25.000 horas, frente a las más de 50.000 horas de un televisor LCD. Sinceramente, con el ritmo de actualización de la tecnología, no lo considero un factor determinante ni mucho menos, pues es bastante seguro que en los 10-13 años que nos podría durar en teoría un televisor de plasma, ya habremos renovado el televisor.

En Xataka | Especial televisión.

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