¿Te apetece construir una Estrella de la muerte? Aquí te decimos por dónde empezar

¿Te apetece construir una Estrella de la muerte? Aquí te decimos por dónde empezar

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¿Te apetece construir una Estrella de la muerte? Aquí te decimos por dónde empezar

'Rogue One: Una historia de Star Wars' cuenta la historia resumida en la secuencia inicial de 'La guerra de las galaxias'. Es la historia de cómo los rebeldes robaron los planos de la Estrella de la muerte original: una estación espacial del tamaño de una pequeña luna con un arma lo suficientemente potente como para destruir un planeta.

Si pudiéramos acceder a esos planos ¿podríamos construir una fortaleza parecida? Me puse a indagar cómo podría funcionar una Estrella de la muerte. En el mundo de 'Star Wars', la estación de 120 kilómetros de diámetro fue construida a base de acero quadanio (una aleación ficticia) con una tripulación de dos millones de personas entre oficiales, soldados imperiales y pilotos TIE.

¿Sería posible en el mundo real? Dejemos de lado la gran cantidad de materia prima necesaria. Por ejemplo, según el nivel de producción actual de acero, se necesitaría 182 veces la edad actual del universo para acumular suficiente acero. Me preocupa más la forma conceptual en la que dar energía a la estación de combate colosal y cómo generar gravedad para cada persona a bordo. Resulta que nuestra tecnología convencional puede que no sea suficiente.

En el mundo de 'Star Wars', la estación de 120 kilómetros de diámetro fue construida a base de acero quadanio (una aleación ficticia) con una tripulación de dos millones de personas entre oficiales, soldados imperiales y pilotos TIE

La Estación Espacial Internacional requiere alrededor de 0.75W de energía por cada m³ de estación y dicha energía procede de ocho paneles solares de 34 metros de largo por 12 metros de ancho.

Incluso si contáramos con paneles solares 100% eficientes que cubrieran la superficie gigante de la Estrella de la muerte, todavía estaríamos en un factor 45 veces inferior a la necesidades energéticas de la Estación Espacial Internacional por unidad de volumen. Por no hablar de que la fuente de energía disminuiría notablemente si alejamos la estación espacial del Sol.

Podríamos aprender algo del clásico de la ciencia ficción '2001 Odisea en el Espacio' en cuanto a la gravedad y simplemente hacer girar la Estrella de la muerte para crear gravedad artificial por medio de fuerzas centrífugas. Para replicar la gravedad en la Tierra (9,81 metros por segundo al cuadrado o 1 g), la estación sólo necesitaría girar una vez cada 3,5 minutos, lo que no suena demasiado absurdo.

Pero había una razón por la que estación de la película tenía forma de anillo en el año 2001: la fuerza centrífuga es proporcional al radio de la trayectoria circular. A medida que vas hacia el centro de la estación o hacia los polos, el radio disminuye, haciendo que la gravedad artificial comience a desvanecerse. Si, efectivamente, la gravedad se creara de esta manera, habría que cuestionarse el diseño esférico de la Estrella de la muerte.

Esfera de Dyson

Tal vez la clave estaba en el nombre todo este tiempo. ¿Y si en el corazón de la Estrella de la muerte hubiera una estrella artificial? Sin duda, eso resolvería el problema de la gravedad. Esto convertiría a la estación en una especie de esfera de Dyson: el tipo de megaestructura tecnológica que el físico Freeman Dyson imaginó que las civilizaciones avanzadas podrían utilizar para aprovechar toda la energía de sus estrellas.

Sin embargo, las esferas de Dyson que cuentan con un revestimiento rígido generalmente tienen problemas al estar bajo inmensas tensiones debido a las fuerzas gravitacionales. Incluso si la esfera no está destrozada por esto, sólo un pequeño empuje sería suficiente para hacer que la estructura choque contra su estrella.

Pero las esferas de Dyson estaban pensadas para ser del tamaño de la órbita de la Tierra alrededor del Sol. Para una Estrella de la muerte mucho más pequeña, la mayoría de los problemas con la esfera de Dyson desaparecerían. El núcleo del reactor de 13,2 kilómetros de diámetro sólo necesitaría una masa 370 veces menor que la de nuestra luna.

Resulta que mientras que el acero y el titanio fracasarían bajo estas condiciones, el maravilloso grafeno, por ejemplo, podría soportar fácilmente las fuerzas gravitacionales involucradas. Y no necesitaríamos una verdadera estrella en el centro de la estación: la futura tecnología de la fusión nuclear fácilmente podría proporcionar suficiente energía.

El único inconveniente es que necesitaríamos algunos de los campos magnéticos más fuertes en el universo y que tienen que ser un millón de veces más grandes de los que hemos podido crear en la Tierra

Mientras que por el momento tendemos a poner más energía que la que recibimos en nuestros experimentos con la fusión nuclear, muchos físicos espaciales creen que la clave está en ir más allá y esperan que el experimento ITER, que será de un tercio del volumen de una piscina olímpica, hará que las investigaciones vayan en esta dirección. Si tiene éxito, podríamos conseguir energía para nuestra Estrella de la muerte de hasta dos millones de veces la consumida por toda la raza humana.

Pero todavía hay problemas: la presión que se crea en el interior del reactor de nuestra Estrella de la muerte sería inmensa y la propia gravedad de la estrella artificial no sería suficiente para contener el plasma de fusión, por lo que necesitaríamos algo más. Como hemos aprendido al reflexionar sobre los sables de luz, los campos magnéticos podrían tener la solución.

El único inconveniente es que necesitaríamos algunos de los campos magnéticos más fuertes en el universo y que tienen que ser un millón de veces más grandes de los que hemos podido crear en la Tierra y comparables a los de magnetares: un tipo de estrella de neutrones con un campo magnético muy potente.

Parece que me tendré que conformar con dibujarla, a menos que me pueda hacer con esos planos...

The Conversation

Autor: Martin Archer , Físico Espacial, Queen Mary University (Londres)

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí

Foto | KillamarshianUK

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