¿Realmente hay alguna razón por la que existan altavoces de 70.000 euros?

¿Realmente hay alguna razón por la que existan altavoces de 70.000 euros?

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¿Realmente hay alguna razón por la que existan altavoces de 70.000 euros?

Ayer pudimos asistir a la presentación de los Bang & Olufsen BeoLab 90, los nuevos altavoces de gama alta de este fabricante que ha elegido ese nombre con mucha intención: la firma danesa cumple ahora su 90 aniversario, y lo celebra con un producto en el que vuelve a demostrar su particular visión por esa combinación de diseño y tecnología.

Durante la presentación en las impresionantes instalaciones de Global TV en Madrid pudimos conocer algunas de las claves de un producto que ha sido cuidado al máximo tanto en su diseño como en su construcción, y también plantearnos tras esa presentación qué es lo que hace que un par de altavoces cuesten los 69.990 euros que cuestan la pareja de BeoLab 90 ¿Quién pagaría ese precio por unos altavoces, y por qué?.

El diseño, primer factor a tener en cuenta

Lógicamente cuando uno se encuentra con un producto de estas características y a este precio espera que en él se conjugue lo mejor de lo mejor, y los responsables de Bang & Olufsen nos quisieron precisamente destacar cómo en ese proceso de desarrollo han invertido muchísimos recursos y talento. Los BeoLab 90 comenzaron a fraguarse hace algo más de 4 años, pero ha sido en los últimos dos años y medios cuando el producto ha entrado en un verdadero ciclo de frenética evolución en el que para empezar hubo una complejísima labor de diseño.

Gina

El diseño lo realizan firmas externas que trataron de ganar el concurso para ese diseño, y el resultado fue esa singular estructura que como nos contaron tiene influencias arquitectónicas de todo tipo, pero también algunas especialmente curiosas, como es el caso del BMW Gina, un prototipo de este fabricante de coches que curiosamente está recubierto por una tela y que hizo que casi se llegara a adoptar también ese nombre para el nuevo producto de Bang&Olufsen.

Entre ellas, las de los paraboloides hiperbólicos que tanto utilizó Frei Otto y que también han sido aprovechados por otros arquitectos y diseñadores desde hace décadas. Los materiales también eran cruciales en ese diseño: la estructura principal es un gran bloque de aluminio de 65 kg que cuenta con tres cuerpos separados por singulares coronas de aluminio de distinto grosor, mientras que las telas que cubren el diseño con esas formas tan singulares se caracterizan por su transparencia acústica. La base está cubierta de madera de roble, y tanto en ese acabado como en el de las telas habrá en el futuro otros diseños.

Un diseño supeditado a unas prestaciones

En el pasado Bang & Olufsen había dado más libertad a los diseñadores a la hora de ofrecer sus ideas en cuanto a formato, pero esta vez los ingenieros de Bang & Olufsen tenían muy claro lo que querían en cuanto a calidad y prestaciones de los altavoces, y por ello les dejaron claro que ese diseño debía estar condicionado a ciertos requisitos funcionales.

Prestaciones
Este era el concepto básico e inicial sobre el que debía desarrollarse el diseño de los altavoces BeoLab 90.

Es lo que también nos explicaban los responsables de B&O, que nos adelantaban algunas de las prestaciones de estos altavoces, que cuentan con 18 conos ScanSpeak (1 de 13 pulgadas, 3 de 10, 7 de 4,5 y 7 de 1 pulgada), doble DSP, 4 x 1.000 vatios para los woofers y otros 14 x 300 vatios que hacen un total de 8.200 W que en realidad en ciertos momentos puntuales (milisegundos) pueden llegar a 9.000 W.

En el altavoz, nos contaban además, hay tecnologías patentadas por Bang&Olufsen que le dan ese plus adicional en el ámbito funcional. El primero es Beam Width Control (control de dispersión de sonido), que permite establecer que ese haz de audio sea estrecho (ideal para una persona), ancho (para familias en el salón) u omni (para cuando por ejemplo damos una fiesta en toda la casa).

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El segundo es el Beam Direction Control, que permite controlar la dirección hacia la que debe estar enfocado el sonido, algo que permite que también logremos dirigir el audio al sitio adecuado para el oyente. Por último, el Active Room Compensation convierte nuestro salón en una especie de estudio de grabación y trata de lograr el objetivo último de unos altavoces de gama alta: que estos sean tan perfectos que nuestra sensación al cerrar los ojos sea la de que estamos directamente ante una actuación en directo.

El ingrediente final: estos altavoces se controlan con una app móvil

Uno de los apartados adicionales más interesantes es el que permite combinar estos altavoces -que además son inalámbricos- con una aplicación móvil desarrollada por Bang & Olufsen y que permite controlar todos los parámetros disponibles de forma rápida y directa. La ecualización, por ejemplo, cuenta con ecualizadores de +- 6 decibelios para controlar los tonos hasta el mínimo detalle.

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Es precisamente uno de los puntos de interés de unos dispositivos en los que de nuevo Bang & Olufsen muestra esa experiencia en la conjunción de diseño y tecnología que puede ser muy atractiva para los compradores que valoren todos esos parámetros, sobre todo los que afectan a ese control de dirección del sonido o a la selección del tipo de compensación activa de la sala.

La aplicación móvil es solo parte de esa oferta, ya que en Bang&Olufsen mantienen constantes actualizaciones del software interno de los altavoces para ofrecer nuevas prestaciones en el futuro y también para mejorar las ya existentes, logrando así que el producto se convierta en lo que ellos califican como los primeros altavoces inteligentes del mercado.

¿Todo esto vale 70.000 euros?

Todos los procesos implicados en el desarrollo y producción de estos altavoces nos hablan de un producto realmente cuidado, pero ¿realmente se puede apreciar ese valor indicado por su elevado precio? Aquí entran en juego muchos factores, y entre ellos está precisamente el del sector al que está destinada la pareja de altavoces de Bang & Olufsen.

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Los responsables de la marca dejaban claro que estos altavoces pueden competir con fabricantes de dispositivos de alta fidelidad tradicionales como Bowers & Wilkins, Focal, Wilson Audio y otros muchos que hasta ahora marcaban la pauta en este mercado.

Aquí obviamente es donde entran en juego los matices y los detalles, y donde el cliente debe valorar si esa calidad de sonido merece tanto la pena como para invertir esa fortuna en unos altavoces. Los responsables de Bang & Olufsen mostraron la capacidad de estos altavoces con una demostración de varios minutos en las que cada uno de los participantes pudimos incluso escuchar durante unos instantes el sonido en el llamado punto dulce, pero para los no educados en el tema -y es mi caso- es difícil apreciar las diferencias.

Por supuesto para otros muchos puede haberlas y es lo que motiva la existencia de ese segmento de soluciones para audiófilos que tienen un precio anormalmente alto para lo que maneja la inmensa mayoría de usuarios pero que para estos clientes tiene sentido. Y aquí es donde esos clientes pueden apreciar esos matices que una marca u otra y un modelo u otro claramente tienen ese valor.

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Es lo que nos comentaban expertos que asistieron a esta presentación y que dejaban claro que estos altavoces tienen un público claro aunque no sea el puramente audiófilo: aquí entran en juego otros parámetros como ese diseño y esas prestaciones adicionales en ese nuevo sector de altavoces "conectados" o "inteligentes", mientras que es probable que quienes se centran puramente en el audio quizás sigan buscando soluciones de otros fabricantes.

Sobre todo porque los altavoces de Bang & Olufsen integran todos los elementos necesarios para empezar a disfrutar de la experiencia desde el primer momento. En muchos casos los usuarios más puristas prefieren contar con elementos diferenciados e independientes que separen ciertas funciones del altavoz. Por ejemplo, el de las etapas de potencia que también son elementos que suelen tener precios sorprendentes para los que como yo nunca habían contemplado la relevancia de un componente como este en la experiencia auditiva completa.

Así pues, la respuesta es la que podríais imaginar: por supuesto que hay una razón para que alguien pague 70.000 euros por estos altavoces. También la hay para comprar coches de 300.000 euros o cualquier otro objeto que a esas personas les aportan algo diferencial que no pueden aportar otros productos de gamas "normales". Que nosotros no podamos apreciar esos matices -o no los valoremos los suficiente- no importa demasiado, y ahí es donde fabricantes como Bang & Olufsen marcan la diferencia: ofreciendo lo que algunos que sí pueden pagar por ello sí aprecian esos matices.

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