Microsoft Surface Pro 3, análisis

Microsoft Surface Pro 3, análisis
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Desde el lanzamiento de la primera generación de Microsoft Surface hasta ahora, con Surface Pro 3, hemos visto propuestas de todo tipo para abordar el concepto de híbrido entre PC y tablet. Diseños atrevidos, conceptos más funcionales pero entre todos ellos la más interesante ha sido la Redmond. Algo que tiene mérito ya que ellos conocen como nadie su software, pero no tienen la experiencia de fabricar el hardware como tal.

Esta familia sigue su camino, a pesar de que no es precisamente rentable para Microsoft, en 2014 con una nueva generación que no solo trae cambios en el dispositivo sino también en su estrategia para posicionarlo en el mercado. La balanza entre portátil y tablet esta vez se inclina a favor del primero para acercarse al público con un concepto que todos conocemos. Veamos en nuestro análisis si son capaces de cambiar el rumbo y sobre todo de convertirse en una referencia.

Especificaciones técnicas

Surface Pro 3
Pantalla 12 pulgadas, ClearType Full HD Plus 2160 x 1440 píxeles pantalla, 3:2
Tamaño 292,1 × 201,4 × 9,1 mm
Peso 800 gramos
Procesador Intel Core i3 / i5 / i7 Haswell. Intel HD Graphics 4400 integrada
RAM 4/8 gigas
Disco 64/128/256/512 GB según precio
Versión S.O. Windows 8.1
Conectividad Wi-Fi (802.11a/b/g/n), Bluetooth 4.0
Cámaras Dos cámaras 720p HD, frontal y posterior
Puertos USB 3.0, lector de tarjetas microSDXC, Mini DisplayPort, puerto de funda / teclado

Precios oficiales de salida

  • 64 GB SSD e Intel i3: 799 euros
  • 128 GB SSD e Intel i5: 999 euros
  • 256 GB SSD e Intel i5: 1.299 euros
  • 256 GB SSD e Intel i7: 1.549 euros
  • 512 GB SSD e Intel i7: 1.949 euros

Sobre el papel la apuesta de Microsoft es clara en el apartado del hardware. De nuevo, una cuarta generación de procesadores Intel que esta vez cubre a sus tres miembros (i3, i5 e i7) dejando claro que quieren llegar tanto a quien demanda un equipo de altas prestaciones como quien se conforma con un equipo discreto para tareas poco exigentes, aunque personalmente creo que la configuración más modesta no es la más recomendable: por 200 euros tenemos el doble de capacidad y mejor procesador.

De nuevo Microsoft apuesta por una sola gama Pro y se olvida de RT para Surface. Queda así claro que no quieren enfocar el producto como una tableta con teclado sino como un portátil ligero con un sistema operativo completo sin limitaciones en el software.

Las configuraciones de memoria son bastante acertadas aunque, una vez más, la de 64 GB se queda bastante corta y tener que hacer malabarismos con memorias flash para tener más espacio es frustrante. Esta vez no es el procesador quien lidera el cambio entre generaciones sino otros aspectos más relacionados con la funcionalidad del equipo. Cambios y modificaciones que demuestran que hacer un buen producto y refinarlo lleva tiempo. Veamos más en detalle todas estas transformaciones.

Análisis en vídeo de Microsoft Surface Pro 3

Surface Pro 3 como portátil

Resulta difícil decir que la balanza está equilibrada en un híbrido entre PC y tablet. Al final una de las dos partes tira más y en este caso es claro que aunque el teclado funda sea un accesorio no incluido en el dispositivo la orientación es clara: estamos ante un ordenador portátil dentro del cuerpo de una tableta. Con los cambios en esta generación queda todavía más patente.

Pasamos del Full HD para situarnos en un WQHD que nos ofrece mucha nitidez y donde el pixel no se aprecia.

El mayor cambio a simple vista lo encontramos en el tamaño y las proporciones de la pantalla. Microsoft abandona el formato 16:9 de un tablet para situarse en unas dimensiones más cuadradas (3:2) que facilitan la visión tanto cuando lo tenemos en mano como en modo portátil. El aumento en las dimensiones es todo un acierto: ni muy grande ni muy pequeño. Perfecto para poder estar delante de la pantalla sin cansarnos en exceso la vista, algo que siempre me había echado para atrás con los modelos anterior.

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Otro punto a tener en cuenta en la pantalla lo encontramos en la resolución. Pasamos del Full HD para situarnos en un WQHD que nos ofrece mucha nitidez y donde el pixel no se aprecia. A simple vista puede parecer un lujo innecesario pero cuando estamos leyendo textos o viendo fotografías en alta resolución se agradece muchísimo tener un panel con tanta densidad. Además aquí queda claro que atacan a portátiles de gama alta como los MacBook con pantalla Retina.

Crecer en tamaño no se ha traducido en más peso ni grosor. Al contrario, por fin Microsoft ha llegado a un equilibrio entre ambas variables. Cien gramos pueden parecer poco pero teniendo en cuenta que el equipo es más grande la proporción hace que sea un equipo ligero que podemos llevar a cualquier parte y usarlo de formas diferentes.

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En el diseño Microsoft vuelve a acertar y nos trae un dispositivo hecho con mucho mimo, para mi gusto el mejor producto que han diseñado en Redmond hasta la fecha. Cuerpo de magnesio agradable al tacto y que le confiere mucha robustez. Las salidas de aire son generosas y el acabado está muy bien definido tanto en la parte trasera como en la frontal, con un logo, botón táctil de Windows, que se va al lateral en vez de la parte inferior.

La gran novedades en el diseño la encontramos en la bisagra. Esta vez no tenemos dos posiciones fijas si no cualquier posibilidad que vaya desde los 22 a los 150 grados. La primera vez que la abatimos para configurarla sorprende por lo dura que es. Aguanta bien y no da la sensación de ser un componente frágil, es resistente y nos permite ponerlo en cualquier posición sin miedo a que la pieza se rompa.

En el diseño Microsoft vuelve a acertar y nos trae un dispositivo hecho con mucho mimo, para mi gusto el mejor producto que han diseñado en Redmond hasta la fecha

Los botones son robustos y la ranura para microSD está algo escondida, debajo de la pieza acoplada a la bisagra. El conector del cargador ha sido ligeramente modificado para hacerlo más fino y sutil, se acopla de magnética. No da un golpe fuerte al acoplarlo ni tampoco al sacarlo.

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Microsoft da un salto importante en el diseño con muchos aciertos pero todavía le queda algunos aspectos en los que mejorar. Por ejemplo: un único puerto USB (3.0) resulta insuficiente. Si usamos habitualmente cualquier accesorio que necesite de ese conector, estaremos vendidos a tener que estar cambiando cada dos por tres según lo necesitemos. A mí personalmente, como usuario de ratones y detractor de los trackpads, me sabe a poco en un ordenador.

El teclado es muy cómodo pero no perfecto, y la autonomía alcanza las siete horas, correcta pero no espectacular

Concebir un PC sin teclado resulta imposible y una vez más Microsoft apuesta por un teclado funda tan atractivo como caro donde el cambio en las proporciones juega a su favor. Es realmente cómodo para lo fino que es. Se escribe rápido aunque a veces los golpes de las teclas son demasiado ruidosos. Todavía no han llegado al punto de calidad de algunos chiclet como el de los MacBook (para mí de los mejores) pero tampoco me ha parecido algo frustrante. Cumple muy bien, pero hay margen de mejora.

El teclado se puede colocar en dos posiciones. O bien paralelo al suelo o ligeramente inclinado gracias a una banda magnética en la horizontal superior del teclado que se acopla, con bastante fuerza, a la parte inferior de la Surface. Un pequeño detalle que hace que teclear sea más cómodo. El trackpad también ha aumentado de tamaño y aunque es más cómodo no es especialmente preciso. Al final muchas veces he decidido fiarme más de mis dedos sobre la pantalla.

Estar con él en la mesa es como tener un ordenador portátil. Las sensaciones son muy buenas y a la hora de trabajar con él o hacer tareas diarias no hay una gran diferencia. En el regazo es cómodo, por fin, y aunque no tiene tanta superficie para apoyar lo resuelve muy bien con la bisagra y su ángulo de inclinación variable. Lo bueno es que no notaremos el calor pero si lo usáis en verano y apoyáis el Surface Pro sobre la pierna desnuda sí que notaréis que se clava un poco.

El puerto Mini Display aporta valor para todo lo relacionado con segunda pantalla y mundo de oficina. Es cierto que nos tocará comprar un adaptador y no simplemente conectar un cable HDMI, VGA o DVI pero en el tamaño que tiene es la solución más adecuada. Mucho valor para simplemente conectarlo y trabajar en un monitor más grande o tener una de apoyo cuando las doce pulgadas se nos quedan pequeñas.

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El teclado es cómodo pero no es perfecto. Cuando pulsamos vibra mucho y el sonido puede ser un poco incómodo. De hecho, cuando lo tenemos ligeramente inclinado notamos que el escaso grosor de la funda está bien como motivo estético pero es insuficiente para aguantar la fuerza que hacemos con los dedos.

El trackpad igual, nunca ha sido mi primera opción para trabajar con él y al final he tenido que tapar algo tan valioso como es el único USB, además 3.0, para colocar el receptor de mi ratón inalámbrico. La respuesta no es del todo mala pero nos quitará las ganas de querer usarlo a menudo. Aumentarlo de tamaño ha sido un acierto, pero en precisión y comodidad no han dado todavía con la tecla.

La sensación que me transmite Surface Pro 3 como ordenador es que no pierdo nada importante respecto a un ultrabook y que lo que gano en peso y tamaño son dos motivos relevantes para tenerle en cuenta. Al final los pocos peros que tiene en este apartado son casi todos pequeños: trackpad mejorable, teclado correcto pero algo ruidoso... Lo único que me echa para atrás es contar con un solo puerto USB, algo difícil de encajar en esta visión como ordenador.

Productividad y autonomía

Productividad, ha sido sin duda el mantra de Microsoft durante muchos años y la última carta de Satya Nadella a sus empleados no hace más que corroborar este discurso, es su ADN y su seña de identidad. No solo lo reiteran muchas veces sino que saben cómo conseguirlo y en este sentido Microsoft Surface Pro 3 no decepciona. Durante unas semanas aparqué mi MacBook Pro y me puse a trabajar con él.

La separación entre las aplicaciones clásicas y las que están optimizadas para Modern UI nos sigue dejando un conflicto de interfaces

El software presenta claros y oscuros. A estas alturas resulta imposible cuestionar la rapidez y fluidez de Windows 8. Es un sistema operativo rápido y que desde su lanzamiento a la versión 8.1 hemos visto muchos avances. Algunos añadidos como las búsquedas locales en Bing o la ampliación de aplicaciones en el catálogo son auténticos aciertos. De hecho han logrado traer para su causa apps como Flipboard o un cliente nativo para Facebook que aportan mucho valor.

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No cabe duda de que Windows 8.1 es a día de hoy un sistema operativo competente y en el que se puede trabajar sin miedo a encontrarnos con fallos o faltas de aplicaciones importantes. Lo tiene todo y ahí se nota toda la herencia y el recorrido que han tenido. Eso sí, no todo juega su favor ya que hay una disyuntiva que de momento no están logrando salvar.

La separación entre las aplicaciones clásicas y las que están optimizadas para Modern UI sigue siendo un poco estridente. No es tanto un problema de salto, ahí lo resuelven muy bien con los gestos táctiles desde el marco del dispositivo, sino un conflicto de interfaces y de cómo tenemos unas aplicaciones diseñadas para tocar y a usar completa mientras que otras tienen el aspecto de toda la vida con sus ventanas.

El diseño ayuda a mejorar la productividad del equipo. Por un lado el poder ponerlo en más posiciones hace que tengamos más libertad y que se ajuste a más tipos de uso pero sobre todo ha ganado en comodidad para trabajar cuando tenemos el equipo en el regazo. Mucho más cómodo que las dos anteriores generaciones y ya sin excusa de tener que apoyarnos en una mesa para poder trabajar.

En nuestro caso hemos probado la configuración con Intel Core i5 con 4GB de RAM y 128GB en la unidad SSD. En lo que se le ha exigido ha funcionado dando la talla aunque hay algunos detalles que no terminan de convencernos. Las salidas de aire, como hablábamos antes, son generosas y aunque Microsoft alardea de tecnología sin ventiladores y silenciosas realmente no es así.

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En su interior hay un pequeño ventilador que se encarga de mover el aire y aunque no hace un ruido excesivo cuando tenemos unas cuantas aplicaciones se nota. No es molesto pero está presente. No es un equipo que se caliente mucho, lo normal ha sido encontrarnos con la GPU a unos 54 grados cuando hemos trabajado con Surface Pro 3. También es cierto que el tiempo en esta época del año no ayuda precisamente.

Para jugar cumple bien pero el hecho de tener una tarjeta gráfica integrada le limita y el catálogo de juegos que podremos disfrutar es algo escaso. Títulos de hace unos cuantos años o aquellos que no requieran grandes requisitos. Teniendo en cuenta que no se trata de una máquina hecha para jugar y es un dispositivo pensado para la movilidad dispone de suficientes opciones para matar el tiempo y divertirnos, si queremos más nos estamos equivocando de equipo.

Juegos que no requieren mucho rendimiento gráfico funcionan sin problemas. En las pruebas que hemos hecho títulos como La Mulana, Civilization V, Mercenary Kings o Risk of Rain funcionan de forma fluida. Sin embargo en cuanto nos vamos a títulos exigentes como Dishonored o Battlefield 3 rápido nos damos cuenta con la bajada de frames hace que no merece la pena explotar esta faceta demasiado.

En cuanto a autonomía Microsoft promete nueve horas de navegación web y poder aguantar una jornada de trabajo con él. La cantidad de horas en funcionamiento, alrededor de siete horas de media por carga, es correcta pero al final tendremos que llevar el cargador si vamos a estar todo el día fuera. Lo bueno, eso sí, es que no tendremos que llevar el del móvil ya que la fuente viene con un conector USB.

Surface Pro 3 como tablet

Quitamos la funda teclado y nos ponemos a usarlo como tableta. La pantalla no solo ha aumentado de tamaño como hemos visto antes sino también en resolución. Atrás quedan unos Full HD que hasta hace no mucho nos parecían el cenit en un portátil para dar paso a una resolución WQHD que se deja de notar desde el primer momento. Pantalla muy nítida con un ángulo de visión casi completo y un espectro de color amplio y sin desviaciones hacia ningún tono.

El lápiz táctil hace buena pareja con OneNote, pero está todavía un poco huérfano de aplicaciones que le saquen partido

La respuesta táctil es precisa y el cristal es algo más fino, algo necesario para que el lápiz que incorpora la Surface Pro 3 funcione correctamente. Esta vez sí, este accesorio marca una diferencia y no se trata de un mero complemento. Escribir con él o bocetar es muy cómodo y además la pantalla reconocer sin problemas qué es mano y qué es puntero por lo que podemos apoyarnos sin miedo a que funcione mal.

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Microsoft ha mejorado mucho la tecnología de su lápiz: apenas hay paralaje y reconocer con precisión cualquier punto siempre y cuando estemos a 0,5mm o menos de la pantalla. Es cómodo y anima a usarlo en vez de convertirse en un complemento que solo sacamos para sorprender a la gente con nuestro nuevo gadget. Un accesorio que aporta valor aunque necesita más protagonismo.

En ese sentido la integración con el lápiz también queda un poco descafeinada. Con One Note son una pareja perfecta pero de momento pocas aplicaciones, Adobe Photoshop entre ellas, le sacan provecho. Será cuestión de tiempo pero en ese sentido la experiencia como tablet puede que se nos quede un poco coja y al final lo acabemos usando más como PC portátil.

Como tableta con su peso cumple bien y la bisagra ayuda tanto si lo vamos a usar para ver vídeo o bien para dejarlo inclinado al máximo y poder usar el teclado virtual de forma más cómoda. Sin embargo volvemos a lo que comentábamos antes con la dicotomía del software. Muy bien la integración con las aplicaciones optimizadas pero cuando nos salimos de ellas la experiencia pierde atractivo.

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Abrimos Flipboard por ejemplo, perfecto. Una aplicación optimizada para que la usemos con los dedos al igual que en su versión para iOS o Android. Pasamos luego a Spotify para cambiar de canción o buscar un artista para generar una radio temática: aquí todo se complica porque volvemos a el diseño de una aplicación hecha para ordenadores y no para tablets. Usar el dedo como cursor no siempre es cómodo.

Tanto la cámara frontal como la trasera vuelven sin grandes novedades. Calidad muy justita que si bien cumple para videoconferencias tampoco es una delicia. Nos verán, sí pero no pasará como en otros tableta donde nos animaremos a hacer más fotos con él, a pesar de lo extraño que queda usar un dispositivo de estas características como cámara fotográfica.

A la tercera (casi) fue la vencida, la opinión de Xataka

Microsoft vuelve a dejar claro que aunque ellos ponen el software también son capaces de diseñar equipos que equilibran potencia con diseño y valores diferenciales gracias a accesorios como la funda teclado o el lápiz. Generación a generación se acercan a su ideal de híbrido ofreciendo esta vez un duro competidor para los ultrabooks con su claro foco a la experiencia de ordenador portátil sobre tablet.

Ganan en potencial y por tamaño ya se postulan como una alternativa muy atractiva a quienes buscan un ordenador portátil de menos de quince pulgadas. Cumple bien en todos los aspectos para sustituir a nuestro ordenador actual y con el plus de la movilidad que le da haber adelgazado tanto desde la última versión que analizamos en Xataka. A día de hoy lo único que se echa de menos es tener un teclado más robusto. Muy bien en esta faceta.

El futuro de los equipos portátiles pasa por estas propuestas híbridas que permiten converger dos usos (PC y tablet) en el mismo dispositivo sin necesidad de grandes compromisos

Como tablet se ha solucionado sobre todo lo relacionado con el peso aunque se mantiene el estigma de una mala cámara y un dispositivo que sigue radiando demasiado calor para tenerlo en las manos. La experiencia de uso es buena, el USB aporta valor como tableta y el lápiz ha dado un salto de calidad importante. Cumple bien, pero no termina de convencerme esa experiencia fragmentada entre aplicaciones clásicas y aquellas optimizadas. Además el número de aplicaciones optimizadas sigue siendo pequeño.

¿Mejor o peor que un ultrabook? Tras haber probado las tres generaciones de Surface tengo claro que el futuro de los equipos portátiles pasa más por estas propuestas híbridas que permiten converger dos usos (PC y tablet) en el mismo dispositivo sin necesidad de grandes compromisos. Lo que se pierde no es sustancial a día de hoy pero creo que todavía no estamos ante un equipo que haga realidad esta quimera de forma rotunda.

8,7

Diseño9
Pantalla 9.5
Rendimiento8.7
Teclado/trackpad8
Software9
Autonomía8

A favor

  • Muy ligero
  • Pantalla excelente en resolución y proporción
  • Cumple a la perfección como portátil
  • Bisagra muy polivalente

En contra

  • La experiencia como tablet es mejorable
  • El teclado funda es casi obligatorio, a pesar de ser un accesorio
  • Falta de aplicaciones optimizadas

El ordenador ha sido cedido para la prueba por parte de Microsoft. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas

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